Referendum busca alternativa, pero no solo a Felipe VI (y II)

La abdicación de Don Juan Carlos I de la Corona de España ha reavivado un debate que, por otros motivos, se venía demandando por algunos sectores de la sociedad: La reforma de la Constitución española.



Non solum sed etiam.


Sean cuales sean los pasos que se vayan dando ahora, ojalá sean dados en paz, con criterios y con el mayor consenso posible.
Dicho esto, y continuando la línea argumental del post anterior, quisiera compartir mi reflexión sobre esta oportunidad de afrontar cambios en la vida política de este País/Estado/Nación o lo que decidamos llamarlo.

El cambio al que podemos optar en este momento creo que no es un simple Monarquía Parlamentaria vs República. Es, o debería ser, mucho más profundo y detallado.

Poner en un lado de la balanza la formación académica y humana de Felipe de Borbón, por encima de su condición de heredero de una corona, me parece un dato importante a tener en cuenta. Que Felipe asuma la jefatura del Estado podría suceder por méritos propios y, quedaría en manos de una reforma constitucional un nuevo tratamiento al resto de la familia real. Un tratamiento en el que desaparezcan privilegios y cada cual se gane el pan de su casa lo más honradamente que sepa.
Esto, evidentemente dejaría a un lado la opción de un régimen republicano. Pero no tendría que afectar a una revisión de la Constitución en otros temas, bien para cambiarlos, bien para reforzarlos, y sobre todo para cumplirlos (como los que se recogen en la sección primera del Título II).

Sería preciso que un nuevo grupo de “padres de la constitución” más los asesores que cada cual precise, iniciasen un trabajo serio, disciplinado y basado en el bien común para abordar una reforma constitucional. Un grupo en el que se puedan sentir representados todas las sensibilidades sociales, políticas y religiosas (entendidas estas tanto las confesionales como las aconfesionales).

Es probable que el momento de empezar a trabajar sea ahora.

Si se inicia este proceso yo restaría importancia a que Felipe pase a ser de forma inmediata Felipe VI, porque tendría que asumir su nombramiento como algo sujeto a una futura reforma constitucional en donde se podría concretar desde su papel como Jefe de Estado hasta su desaparición como figura política en este país.

Pero necesitamos “Hombres y Mujeres de Estado” auténticos estadistas, que políticos tenemos muchos.
Muchos expertos sitúan la diferencia entre político y estadista en que el político gobierna para el momento presente y para intereses partidistas y el estadista gobierna con miras al futuro y en busca del bien de todos.

Decía don Juan Carlos I que había que dejar paso a una nueva generación. Estoy de acuerdo. Pero eso significa mucho más que dejar sentarse a su hijo en el mismo trono. Salvando las distancias la renuncia de Benedicto XVI ha sido mucho más que la oportunidad de traer un nuevo papa desde el otro lado del charco.

Es posible que la profecía maya tenga su punto de razón y estemos ante un fin del mundo “conocido”. Que sepamos hacer ese tránsito con paz, con criterio y con el mayor consenso posible. Poniendo al ser humano en el centro de los intereses sociales y políticos.
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