La última visita de un Papa a España fue en la segunda quincena de agosto del 2011 con motivo de la JMJ celebrada en Madrid. Ha pasado un tiempo, pero tampoco mucho. Pero la llegada de un nuevo Papa, Francisco, con esa fuerte entrada mediática y esperanzadora parece haber despertado el deseo de una necesaria pronta visita del Papa a España.
Ciertamente que nadie habla de fechas ni de momentos concretos. Entre las salidas del Santo Padre fuera de su diócesis la única asegurada es la de la próxima JMJ en Brasil en la segunda quincena de julio, concretamente del 23 al 28 de este mes.
Se barruntan posibles efectos de la llegada del Papa Francisco y de su deseado, más que cierto, viaje a España. Juan Rubio, director de Vida Nueva hacía una referencia a este tema en su presentación del libro “La viña devastada”. Destaco la frase en la que decía: "en España van a tomar fuerza la vida religiosa o los curas normales de parroquia.”
Non solum sed etiam.
El Papa Francisco nos ofrece casi cada día (y sin casi) titulares para todos los gustos y sectores. Más de uno ha exclamado al leer frases de sus intervenciones públicas y homilías un “ahí, ahí, dales duro”, poniendo en su cabeza nombres y apellidos de los posibles destinatarios de esas “sentencias” que van dibujando el trazado que el obispo de Roma parece desear sea el camino de la Iglesia.
El Papa Francisco, no cabe duda, está generando mucha esperanza en la Iglesia, una Iglesia caída en descrédito por méritos propios, una Iglesia que ha ido perdiendo su sitio y cuyos miembros, desde sus particulares fidelidades al Evangelio, se han ido situando en los extremos de un cuadrilátero cuya zona común solo se pisaba para la confrontación interna. También hay que decir y reconocer que son muchos los que se dejan la piel día a día contra las cuerdas. Esta Iglesia lleva mucho tiempo funcionando no como una gran comunidad sino como un conjunto de grupos, colectivos y francotiradores para-religiosos. Los curas no han sabido hacer comunidad en torno a ellos y ahí se han perdido muchas parroquias; los obispos no han sabido hacer diócesis junto con sus curas y feligreses, ahí se ha perdido, en muchos, el sentido de comunidad diocesana; los religiosos han ido diluyéndose en la sociedad desde sus instituciones educativas, sanitarias o de labor social hasta aparentar casi ongs sin vinculación alguna con la comunidad católica; y los papas, quizá absorbidos por otros temas, no siempre han acertado a la hora de presentarse como el guía espiritual para todos los católicos. Y España, que participa de todo lo mejor y lo peor de esta Iglesia peregrina, por su influencia mundial en el orbe católico, es una tierra a tratar con exquisito tacto y en Roma eso se sabe.
El Papa Francisco vendrá a España, no cabe duda, ¿cuándo? Ni idea. Pero lo que si me atrevería a aventurar es que desde ya esa visita se está preparando y esperando casi con ese deseo de la oración del Padre Nuestro: “venga a nosotros tu reino”.