Una parte de mi viaja a Polonia.

A las 9 menos cinco de la mañana salía el autobús desde el aparcamiento de Mendizorroza con rumbo a la Jornada Mundial de la Juventud. Los 55 miembros de la expedición diocesana, con el obispo, Juan Carlos Elizalde al frente partían emocionados y convencidos, tras las palabras del prelado en la ceremonia de ayer, de “ser enviados”.

Italia es el primer destino, una paliza de kilómetros para conocer algo de Padua y Venecia y después ya rumbo al norte, hacia Polonia.


Non solum sed etiam

Muchos adultos miramos con cierta envidia a quienes hoy parten para Polonia a vivir la JMJ. El recuerdo de haber tenido la fortuna de vivir ediciones anteriores y el gusanillo de seguir siendo “joven” de espíritu le hace a uno mirar con cierta envidia a quienes ponen rumbo hoy hacia la JMJ.
Pero el que no se consuela es porque no quiere dice la sabiduría popular, y en mi caso tengo muchos motivos para sentir que una parte de mí se encuentra ya rumbo a Polonia:

Uno de esos motivos se llama Elena, tiene 15 años y es la mayor de mis hijas.
Otro motivo se llama María, tiene 18 y es, como si fuese otra hija.
Otros se llaman Xabi, Maite, Asier, Cesar, Juan Carlos, Carlos, …
Una parte de mi diócesis camina rumbo a Polonia.
Es posible que no sea el único padre, el único adulto que viva estos sentimientos ahora, y que durante los próximos 16 días su cuerpo esté en Vitoria o donde se encuentre, pero su cabeza y su corazón viaje por Europa y disfrute, en la distancia y de otra manera la Jornada Mundial de la Juventud de 2016.
¡Empezamos el viaje!

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