A propósito del Día del Seminario

El pasado 8 de diciembre de 2012, festividad de la Inmaculada Concepción, las diócesis vascas tuvieron una cita que si bien es cierto hace décadas que casi pasa inadvertida socialmente, para las comunidades cristianas de Vitoria, Bilbao y San Sebastián sigue siendo importante: es el Día del Seminario.

Las delegaciones de pastoral vocacional junto con los equipos rectorales de cada seminario han elaborado una campaña que lleva por lema: “Te pido Fe. Te prometo la Vida”.


La campaña es preparada y coordinada en rotaciones de tres años por cada diócesis. Este año corresponde al segundo en la ronda que lidera la diócesis de San Sebastián. La responsable de la pastoral vocacional en Donosti, la religiosa Mª José Moreno (mscjm), ha sido la responsable de coordinar los trabajos de la campaña de este año. El lema, como reconoce Moreno, ha venido casi dado por enmarcarse la jornada en el Año de la Fe propuesto por el Papa Benedicto XVI. Por otro lado el lema recuerda a la campaña vocacional llevada a cabo por la CEE el pasado año y cuyo video promocional fue ampliamente difundido y comentado.

Entre los materiales que se ofrecen están las cartas de los obispos. El de Vitoria, Miguel Asurmendi, en el marco de la celebración del 150 Aniversario de la Diócesis de Vitoria, que precisamente se cierra hoy también, ofrece una mirada al pasado, un pasado glorioso y plagado de frutos humanos, sociales y espirituales y concluye con una demanda de obreros para la mies.

El obispo de Bilbao se centra en el servicio y el papel del ministerio sacerdotal, “el don precioso que suponen los sacerdotes no solo para la Iglesia sino para toda la humanidad” dice Iceta.

El obispo de San Sebastián da la respuesta a la falta de vocaciones: “el cristiano que no valora el sacerdocio como un regalo de Dios en su vida, el cristiano que no cree que una vocación al sacerdocio es la respuesta del joven a una llamada de Dios, difícilmente podrá poner su esperanza en la oración dirigida a Dios a favor de las vocaciones.”

Dentro de mi quehacer periodístico he pedido a un seminarista de una de las diócesis vascas un texto testimonio, una carta en la que respondiese a una sola cuestión: ¿qué sentido tiene una vocación sacerdotal en pleno siglo XXI? En esa pregunta amplia iba implícita una demanda del “sentido de su propia vocación”. Este es el texto tal cual me ha sido enviado y que comparto en este blog.

Este sábado celebramos el Día del Seminario en las diócesis vascas. ¿El día del seminario? Pero espera un momento... me estás diciendo que hoy en día, en pleno siglo XXI, ¿todavía hay seminaristas? ¿Cómo se explica eso?

Voy a intentar explicártelo. Pero antes de hacerlo, deja que te haga una pregunta: ¿Crees en Dios? ¿Y en Jesús? A muchos de vosotros, los que no creéis en Dios, esto de irse al seminario puede que os parezca lejano, irreal. Vamos, totalmente absurdo. Porque vamos a ser sinceros: el seminarista no sólo es alguien que crea en Dios o en que Jesús sea nuestro Salvador (cosas que a ti igual te suenan a ciencia ficción). Hay mucha gente que es creyente. Además de todo eso, el seminarista deja atrás su vida anterior, sus estudios, su trabajo, incluso la posibilidad de formar una familia en el futuro. Porque hombre, el creyente al menos "no se la juega tanto". Si "se confunde" y Dios no existe al menos puede "disfrutar de la vida". El sacerdote, en cambio, "está tirando su vida por la borda". Además, ¿por qué lo hace? ¿por qué da ese paso? Lo deja todo porque cree que alguien que vivió hace 2000 años resucitó, está vivo y le pide que sea testigo suyo a través del sacerdocio. "Vale, no me cuentes más, esto es una locura".


Discúlpame si crees que caricaturizo la situación, es una conversación que he solido tener con algunos de mis amigos y conocidos no creyentes cuando hace un año les dije que me iba al seminario. A lo que quería llegar es a esto: si no crees en Dios, si crees que Jesucristo fue un buen hombre pero nada más que eso, entonces es totalmente normal que pienses así. Si Dios no existe y Jesucristo fue un fraude, entonces la vocación no es más que una invención humana y la vida sacerdotal no tiene ningún sentido. Incluso si eres creyente, puede que te parezca una opción un poco "radical". O igual te parece bien, pero eso sí... "para otros", "que a ningún familiar mío se le ocurra irse al seminario".

Visto lo visto, hay algo que está muy claro: el que decide irse al seminario es alguien que tiene una forma de entender la vida totalmente distinta al punto de vista "no creyente", o del que es creyente "pero tampoco te pases". Le tiene que haber ocurrido algo muy fuerte para que haya tomado una decisión así. Eso está claro, pero ¿qué es eso que le ha ocurrido?

Ahora deja que te haga otra pregunta: ¿tú quieres ser feliz? "Claro que sí, menuda pregunta, ¿y quién no?" Pues sí, la pregunta es bastante obvia, porque yo al menos no conozco a nadie, creyente o no, que no quiera serlo. Eso es verdad, pero a su vez yo al menos en mi propia vida he comprobado un fenómeno curioso: haces planes, piensas en conseguir este o aquel objetivo, creyendo que así vas a conseguir, al fin, eso que te va a llenar. Y va y resulta que cuando lo alcanzas ves que no, que tampoco era eso. Es como si las personas tuviéramos unas ansias de felicidad que no se pudieran colmar. ¿Qué nos pasa?

Los creyentes, los que creemos en Jesucristo, estamos convencidos de que estas ansias de felicidad que tenemos pueden ser colmadas. ¿Pero cómo? Yo puedo elegir vivir de una manera u otra, pero creemos que sólo hay un plan que me podrá llenar completamente. Dios tiene un plan de felicidad para cada uno de nosotros. Y eso es lo que llamamos "vocación".

Y oye, ¿por qué crees que eso es así? Porque uno no llega a esto porque lo crea "sin más" o por intuición, ¿no? Pues no. Y tampoco a través de un razonamiento filosófico. Uno llega a eso porque ha vivido en primera persona el encuentro con una persona: con Jesucristo. Y esto es lo más difícil de explicar y transmitir. Porque aunque te lo pueden contar, eso no te hace vivirlo y entenderlo. Cuando uno cambia a esta forma de ver el mundo, entonces es cuando lo absurdo cobra todo su sentido.

Lo que yo os puedo ofrecer es mi testimonio: he descubierto que si uno busca con sinceridad Jesucristo responde. Y he descubierto que el plan de felicidad que Dios tiene para mí está en servir a los demás a través del sacerdocio. No sólo no creo que sea "tirar la vida por la borda", sino que creo que es la manera en la más plenamente podré ser persona, y por tanto ayudar a los demás a que también lo hagan.

¿Significa esto que tu vocación tenga que ser sacerdotal? No. Sólo quiero decir que cuando uno busca con sinceridad debe estar abierto a lo que Dios le pide, sea lo que sea. Tanto si eres creyente como si no lo eres, yo te invito a que busques con sinceridad, aspira a lo más alto.



Non solum sed etiam.


Quien se haya acercado a mi perfil en el apartado de Autor de este blog sabrá que una parte de mi vida la pasé en el Seminario Diocesano de Vitoria, concretamente de los 12 a los 22 años. Llevo a gala estos años de mi vida y la formación recibida durante este periodo. Parte de lo que soy se lo debo al Seminario. Por ello el tema vocacional me interpela y cuestiona, no solo por haber experimentado la vocación al sacerdocio, sino también otras vocaciones como la del matrimonio, la paternidad o la de comunicador cristiano.

Una digresión al hilo de la carta de Munilla que, sinceramente da mucho para comentar: Aceptando una sana intención en su interpelación y compartiendo que “las diversas vocaciones dentro de la Iglesia se estimulan y crecen conjuntamente”, no creo que la falta de vocaciones haya sido la excusa para intentar “promocionar los laicos en la vida interna de la Iglesia”. Los laicos tenemos nuestro sitio y nuestro papel, independientemente de que se llegue a ejercer o no solo por graciosa concesión de los ministros de la Iglesia, o a pesar de ellos en algunos casos. Y más bien quizá han sido los ministros los que han usurpado tareas de los laicos en detrimento de sus propias y específicas encomiendas, unas veces por no delegar, otras por no haber delegado y otras por no encontrar a quien delegar. ¿Me equivoco si digo que tareas de acogida, administración, economía, canto, liturgia, catequesis,… han ocupado tiempo en detrimento de horas de confesionario, o de administración de otros sacramentos?

Por otro lado parecería que Monseñor Munilla cargase en los no ordenados la responsabilidad de la falta de vocaciones por una falta de esperanza, de estima del sacerdocio y de oración por las vocaciones sacerdotales: Bien respecto a esto quizá haya que decir que los primeros en perder la estima del sacerdocio han sido los mismos sacerdotes, y la rebaja de su propia autoestima ha sido contagiosa en su entorno, han dejado de ser un referente, un testimonio, llegando en algunos casos a ser un antitestimonio, y no me refiero al caso de Maciel, la infidelidad al Evangelio se expresa en muchos campos. También habría que añadir que quizá el obispo desconozca que movimientos cristianos como la Adoración Nocturna oran por las vocaciones en cada Vigilia ordinaria y extraordinaria, y esto lo digo con pleno conocimiento de causa, y quiero imaginar que no será éste el único movimiento cristiano que rece por las vocaciones, y qué me dice de las comunidades religiosas, sobre todo de las de clausura, ¿seguro que ellas tampoco rezan? ¡A ver si al final los únicos que no rezan por las vocaciones son los curas! Bueno, algunos fijo que sí rezan, que yo conozco a más de uno que lo hace.

Como siempre y manteniendo esa premisa con la que iniciaba mi blog hace ya más de año y medio, todo lo que sigue al non solum sed etiam no pasa de ser una opinión más, la mía. Una opinión que unas veces será más acertada y otras menos, que tendrá sus adeptos y sus detractores, pero que en todo momento es redactada y compartida desde un deseo de servicio y de labor vinculada a mi vocación de comunicador cristiano.

Para terminar solo decir que creo en la vocación sacerdotal (célibe y no célibe, dicho sea de paso, y sin opinión definida de momento, también lo confieso, sobre el acceso de la mujer al sacerdocio). Creo que la comunidad cristiana debe arropar a los sacerdotes y por extensión a los candidatos al sacerdocio, y al diaconado permanente también. Creo que en los centros escolares habría que presentar sin tapujos todas las opciones vocacionales. Ahora solo faltaría encontrar el momento más propicio, y quizá hoy día ni el puente de la Inmaculada ni el puente de San José acaben resultando las mejores fechas. Pero … doctores tiene la Santa Madre para decidir esa cuestión.

Por cierto! Si alguien tiene datos concretos agradecería los aporte en este blog para confirmar si la jornada vocacional en el País Vasco es previa en su institución a la que se celebra el 19 de marzo en el resto de diócesis españolas.
Volver arriba