La Iglesia ante la violencia de ETA La verdadera imagen de la Iglesia en el País Vasco

El Congreso evidencia en su primer día la falta de un mensaje común en el seno de la Iglesia

Las jornadas fueron abiertas por el vicerrector del Campus de Álava, Ivan Igartua, quien valoró la asistencia y destacó las dos vertientes sobre las que iban a discurrir las jornadas, el testimonio de miembros de la Iglesia y de la sociedad civil y la aportación académica por parte de especialistas en la rama de historia contemporánea. Así mismo también calificó de “rescoldos vivos” los actos de homenaje a terroristas “actos repulsivos e intolerables para una gran parte de la población”.  Virginia López de Maturana y Santiago de Pablo presentaron el objetivo de las jornadas y a los ponentes de la primera mesa redonda: Maite Fuertes, cofundadora de Gesto por la Paz, Ángel María Unzueta, sacerdote y durante varios años Vicario General de la Diócesis de Bilbao, Félix Placer, sacerdote y profesor de la Facultad de Teología, y Pilar Arámburu, cofundadora de la plataforma ¡Libertad Ya!

Maite Fuertes explicó cómo desde su militancia en la Accción Católica fue posicionándose ante la violencia de ETA, primero con la organización de encuentros de oración por la paz y con el Via Crucis que durante una década recorrió las calles de Bilbao los miércoles de ceniza. Sería en 1986 cuando se funda Gesto por la Paz como respuesta ciudadana y de la comunidad cristiana pra dar un paso más. Maite recuerda que más del 80% de los miembros de Gesto por la Paz pertenecían a la comunidad cristiana. Maite cree importante distinguir entre la Iglesia de base y la jerarquía de la Iglesia a la que acusa abiertamente de cobardía. Relató algunos hechos concretos en los que ella pudo palpar expresamente esa cobardía y falta de apoyo de la jerarquía eclesiástica en la denuncia del terrorismo y el apoyo a las víctimas. Señaló expresamente a monseñor Larrea y a monseñor Setién. Cerrró su intervención reconociendose escandalizada por el comportamiento de la la “Iglesia Jerarquía” , y puntualizando que ello no solo no ha afectado a su fe sino que ha sido un motivo para luchar con ahinco por la paz.

Ángel Mari Unzueta comenzó por reconocer que el término Iglesia abarca una realidad muy plural y compleja. Tras puntualizar que su aportación se centraría en lo que conoce de la Diócesis de Bilbao, empezó sacando la cara a los obispos que “siempre han condenado los atentados de ETA, especialmente los asesinatos” t que por lo tanto “acusarles de connivencia con la organización es una calumnia”. Recordó como uno de los gestos más destacados del posicionamiento y manifestación pública de la Iglesia en el Pais Vasco frente al terrorismo y a favor de la paz la marcja del 13 de enero de 2001 en las Campas de Armentia. Trajo a la memoria también el escrito en el que tomo parte junto a otros 226 sacerdotes de la diócesis de Bilbao y en el que pedían a ETA “que dejase de matar, estorsionar y amedrentar”. Unzueta hizo un repaso por todas las organizaciones y plataformas en las que la comunidad cristiana ha estado presente desde sus orígenes: Gesto por la Paz, Elkarri, Lokarri, ...evitó mentar otras organizaciones con un afuerte presencia de miembros de la comunidad cristiana que han caminado, y siguen caminando a rebufo de la izquierda abertzale. La llamada a construir la paz desde el diálogo ha sido una constante en los mensajes del episcopado vasco y así lo señala Unzueta. En un ejercicio de autocrítica Unzueta reconoce una falta de atención institucional a las víctimas y establece periodos en los que la actitud va cambiando. Señala también la actuación personal de muchos sacerdotes y religiosos que a título particular estuvieron cerca de las víctimas. Nuevamente saca la cara a los obispos basándose en un trabajo de Galo Bilbao sobre el posicionamiento del episcopado vasco desde el año 68. Otro detalle que apunta Unzueta es que la Iglesia ha sido casi el único colectivo que ha sabido pedir perdón. A modo de síntesis Ángel Mari Unzueta resumió en una lista de verbos la actitud de la Iglesia: orar, denunciar, buscar la verdad, dignificar, escuchar, acompañar y dejarse criticar, especialmente por las víctimas.

Félix Placer enmarcó todo su discurso desde la persepectiva del “conflicto vasco” y la interpretación de la violencia de ETA “como respuesta al Franquismo”. En varios momentos insistió en tener en cuenta en el análisis y el relato de los hechos las “otras violencias”. Otro término repetido en el discurso de Placer fue el de “Euskal Herria” presentada como un sujeto real de derechos y entidad histórica. Otro término, propio del lenguaje que distingue el discurso de Placer del resto de los ponentes es el de “Iglesia Vasca”. Destacó el papel jugado por la revista Herria2000 Eliza y del colectivo con el mismo nombre con iniciativas como el encuentro entre víctimas del ETA y del GAL; también recuperó de la memoria el escrito de 339 sacerdotes en 1960 en el que denunciaban la persecución del “pueblo vasco”, las torturas y otras atrocidades. Este escrito les costó a muchos de esos sacerdotes una persecución directa sobre sus personas. Concluyó haciendo un reconocimiento a toda una lista de víctimas agrupadas en: víctimas del franquismo, víctimas de ETA, víctimas de la represión estatal, de grupos parapoliciales, de las torturas y de las situaciones de escepcion para presos y presas.

Pilar Arámburu comenzó declarándose conmovida por la intervención de Felix Placer con quien manifestó sus discrepancias durante la intervención  en temas como el uso e interpretación de términos como “Euskal Herría” o “normalización”, o “diálogo” (más tarde Félix Placer le reconocería que no hablan el mismo lenguaje). El relato de Pilar fue acompañado de un proceso paralelo de pertencia a la Iglesia, alejamiento y vuelta a la fe, de su paso por movimientos cristianos y su militancia en el partido comunista, y del ejercicio de la politica como alcaldesa de Burlada. Recordó a muchas de las víctimas con nombres y apellidos a los que conoció personalmente. Explicó el surgimiento de “¡Libertad Ya!” como plataforma ciudadana independiente de Gesto por la Paz debido a las discrepacias con algunos planteamientos de corte nacionalista que se dieron en algunos momentos dentro de la plataforma de Gesto. Pilar se mostró defensora del diálogo, pero entre iguales, “sin ferretería” señaló en alusión a los escoltas que tuvieron que tener tantas personas, y que ella vivió personalmente. Para terminar expresó su deseo de una Iglesia Universal (en contraposición a una Iglesia nacionalista).

En el turno de preguntas e intervención del público asistente, además de solicitar algunas aclaraciones el blanco de las discrepancias fue Félix Placer a quien recriminaron anteponer la política al Evangelio. En una de las intervenciones en este espacio Unzueta reconoció que todavía hoy las opiniones están viciadas ideológicamente y que habría que superar el discurso ideológico.

Non solum sed etiam.

La verdad es que las cuatro interveciones, más las aportaciones del publico darían para unas horas de forum. Pero voy a centrarme en un único análisis. Tras exponer algo de lo que se dijo quiero fijarme en quién lo dijo y cómo lo dijo: es decir, el objeto de esta mesa redonda era recoger el testimonio de cuatro personas y solo escuchamos el de dos, el de las dos mujeres. Los otros dos, hombres y sacerdotes no dieron su testimonio, aportaron datos desde su pertenencia eclesial o su militancia política. Una pena no poder saber cómo Unzueta llegó a sumarse a los 226 sacerdotes y ¿por qué?; una lástima no saber de primera mano cómo ha sido el sufrimiento de las familias de los presos a los que ha acompañado Placer.

En todo caso en estas iniciativas testimoniales por lo general hay una ausencia de empatía con el otro. Maite no ha llegado a conocer el sufrimiento de los obispos cuando han sido acusados injustamente; Unzueta, quizá, se ha visto demasiado envuelto por la jerarquía eclesiástica y no ha llegado a compara qué se siente detras de una pancarta de ¡Basta Ya! O de ¡Etxera!, o de ambas; Félix Placer cegado por una entelequia llamada “Euskal Herria” y otra “Iglesia Vasca” ha perdido por el camino a su verdadero pueblo “el Pueblo de Dios” y su verdadera Iglesia, la Iglesia Católica; Y Pilar desde el dolor vivido quizá no se ha percatado que ningún “confort” que hayan incorporado los nuevos centros penitenciarios (que en algunos casos aún permanecen solo para la galería) puede compensar la privación de libertad para ninguna persona, sea cual sea su delito.

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