Las denuncias del padre Lancellotti reciben la perfidia de las redes Aporofobia eclesiástica: aversión clerical a los favoritos de Jesús

Padre Lancellotti
Padre Lancellotti

"Un hecho significativo ocurrió en la ciudad de Campinas, Brazil:'el cura de la Catedral justificaba las barras de hierro puntiagudas y aporofóbicas que había en una de sus puertas"

"Ha hecho peor: para justificarse pasa aperjudicar a otro: 'El padre Júlio Lancellotti es viejo y no comprende bien los hechos, ayudamos mucho a los pobres'. Y el padre, voz profética de los 'sin voz', fue insultado en las redes"

"El padre Júlio Lancelotti ha tenido la audacia profética de nombrar, localizar y darse a conocer dónde en las ciudades se instala la aporofobia, mostrando cómo el aumento de la población de la calle también va acompañado de su creciente rechazo"

"Las iglesias que profesan la fe en el Evangelio necesitan una conversión urgente. Parece que el culto 'mamon' de las cestas prevalece sobre el testimonio apostólico de la distribución de biene"

"La bien construida aversión del clero se sigue alimentando en la fábrica de sacerdotes llamada seminario. A la hora de pensar que la concreción y credibilidad de la fe con su praxis no está en los cultos, y sí en la opción encarnada"

"La aporofobia merece una reflexión teológica. Así, gratitud al P. Julio Lancellotti por su testimonio impregnado de profetismo y urgencia para que nuestra Iglesia salga de sí misma"

Un hecho significativo ocurrió en la ciudad de Campinas, Brazil: el cura de la Catedral justificaba las barras de hierro puntiagudas y aporofóbicas que había en una de sus puertas (Correio Popular 15/12/2021). Ha hecho peor: para justificarse pasa aperjudicar a otro: “El padre Júlio Lancelotti es viejo y no comprende bien los hechos, ayudamos mucho a los pobres”; “Llegué en dos meses y los hierros estaban más de 30 años” (Correio Popular 16/12/2021).

¿Cómo puede la catedral pretender estar al lado de los pobres justificando los hierros en el suelo para que no queden los sin techos? El profeta no justifica, y sí comienza a denunciar con gestos claros e implicados para transformar la vida de los descartados, como lo hace a diario el padre Júlio Lancelotti con las personas que viven en la calle hace más de 30 años. Este hecho en Campinas fue consecuencia de la denuncia profética del P. Julio Lancelotti en las redes sociales, y como resultado recibió la perfidia del cura de la Catedral, la torpeza de sus fieles y el silencio de los esbirros eclesiásticos.

P Lancelloti

La propuesta evangélica de la opción trinitario-cristológica con los pobres es claramente retomada por la Iglesia ‘en la salida’, como, por ejemplo, los gestos del Papa Francisco y de las personas engajadas por él llamadas como “los santos de la puerta al lado” (GE 6-9). Los insultos agresivos y vulgares hechos al padre Julio Lancelotti por católicos de la Catedral de Campinas en las redes sociales demuestran que el clericalismo enfatiza una religión vacía, sin compromiso cristiano con los menores del Reino. La inercia del clericalismo apunta a su posición de estar del lado del statu quo, y no al encuentro de los pobres y de los que sufren.

Aversión a los pobres

El concepto acuñado por la filósofa española Adela Cortina trae los términos griegos á-poros (pobre) y fobéo (odio a los extranjeros) (CORTINA, Aporofobia, el rechazo al pobre, 2020), intentando incorporar en los diccionarios el sentimiento velado de la deshumanización actual.

El padre Júlio Lancelotti ha tenido la audacia profética de nombrar, localizar y darse a conocer dónde en las ciudades se instala la aporofobia, mostrando cómo el aumento de la población de la calle también va acompañado de su creciente rechazo. Esta patología social está impregnada en el clero y los fieles de las masas, que ejercen la meritocracia sacramental y social para justificar lo injustificable: su opción contraria a la de Dios, que es por quién sufre las consecuencias de la pobreza, el hambre, la miseria, la dependencia química, la migración, o sea, el descarte humano.

La solidaridad y el rechazo están enganchadas en las escaleras y en el interior de nuestras iglesias, especialmente en las sacristías. La insistencia del Papa Francisco en la elección de su nombre y su predilección por la Iglesia pobre y por los pobres enfatiza la dirección a seguir. El locus teológico se evidencia en los temas fronterizos, y uno de ellos es la aporofobia establecida en la sociedad y por la acción clerical.

Las iglesias que profesan la fe en el Evangelio necesitan una conversión urgente para que el lugar de encuentro fraterno irradie y acoja a las personas de calle en el gesto eucarístico. Sin embargo, parece que el culto ‘mamon’ de las cestas prevalece sobre el testimonio apostólico de la distribución de bienes en común a los hermanos y hermanas descartados (Hch 2,42-47). Es difícil encontrar la comunidad que, al final de la Misa, cuente la oferta y los lleve a ayudar en la alimentación de la gente de la calle o de los más necesitados de la propia comunidad.

La bien construida aversión del clero se sigue alimentando en la fábrica de sacerdotes llamada seminario, donde se evidencia la falta de compromiso y la sagrada justificación (Lc 10, 31-31) en no estar con los pobres y el sufridores. De esta manera, preparar los sacerdotes a la luz apostólica y patrística para hoy, requiere un contacto íntimo con el Evangelio, indicando en sus versos el lugar de la Iglesia samaritana (Lc 10,32-35). Por lo tanto, privar de lo sagrado para poner en su lugar el misterio de la fe - Cristo encarnado por amor al Padre - permitirá a la opción madura y clara de los ministros ordenados rompieren con el clericalismo aporófobo.

Salida misionera

El gesto del Pe. Julio Lancelotti al romper las piedras bajo un viaducto paulista califica la credibilidad de su profetismo comprometido y testigo, haciendo que todos piensen por qué hemos permitido condiciones de higiene social tan fuertes en su simbolismo práctico en una sociedad llamada cristiana. La salida misionera de la Iglesia permite ir a las causas que generan la falta de oportunidades y la aversión a la pobreza, que amenazan a muchas personas y las obligan a vivir tanto en la calle como en condiciones de pobreza extrema. La renovación de la Iglesia comienza con la parresia de denunciar la aporofobia instalada en nuestra sociedad global y religiosa, como actividad misionera profética.

La homilía del Pe. Julio Lancelotti, indicando que en la ciudad de São Paulo se puede ir sin repetir la iglesia, sea católica o neopentecostal, en 10 años es la mayor denuncia de cómo debemos ir en dirección al creciente número de personas em situación de calle y víctimas de la pobreza. A la hora de pensar que la concreción y credibilidad de la fe con su praxis no está en los cultos, y sí en la opción encarnada de estar con la gente de la calle y darles las oportunidades que les niegan. La Iglesia ‘en salida’ emprende caminos humanos, realizando la opción bíblica de reconciliar la humanidad con la inclusión de todos, especialmente de los pobres y migrantes marginados por el discurso del mérito y la xenofobia.

El camino misionero nos obliga a ir a las periferias existenciales y reales, comenzando por nuestras aceras y puertas de la iglesia donde se sientan y depositan los sujetos reales y existenciales, de nuestra misión y encuentro. La conversión personal, comunitaria y eclesial a través de la máxima pastoral acuñada por el Pe. Julio Lancelotti en las calles - “mirar, amar y vivir juntos” - ofrece el alcance de este camino misionero a seguir con sus desafíos eclesiásticos y sociales que obstaculizan el Reino de Dios.

Superar la aporofobia con el profetismo en las calles.

El creciente número de familias empobrecidas en Brasil y que salen a la calle porque no tienen opción y no tienen dinero para otra opción, necesitan de la mirada eclesial y de su presencia profética. Hay pequeñas comunidades de base que buscan la fidelidad de seguir a Jesús, saliendo a la calle para aliviar el dolor del hambre, el desprecio, la deshumanización y la aversión hacia ellos. Surgen así hombres y mujeres que dan la credibilidad al cristianismo digno de fe, porque ejercen la praxis del amor y están a su lado.

Esta práctica comunitaria eclesial tiene su alcance ecuménico y los peligros a los que se enfrentan los profetas: amenazas y rechazos entre ellos. Entre los clérigos, la amenaza es verbal, punitiva y excluyente aquellos que buscan vivir una vida sencilla y comprometida con los pobres. La denuncia se produce a través de los gestos encarnados de Cristo, y no a través del juego de palabras, directivas, planos pastorales sin las personas de calle incluidas y beneficios clericales. El Pe. Julio Lancelotti ha animado a jóvenes sacerdotes, laicos comprometidos y todas las personas de buena voluntad a encontrarse en el cruce de la calle (EG 69), porque allí se manifiesta la gloria y la belleza del amor de Dios.

Superar socialmente la aporofobia requerirá primeirear la implicación de estar del lado de la gente en la calle, afrontando la persecución aporófoba, política, xenófoba, moral y policial. La agresividad y el odio instalados en nuestra sociedad reproducen los males de raíz histórica que deben ser superados por el testimonio profético. La profecía clave de la ‘salida misionera’ hará que la visibilidad eclesial se produzca a través de la coherencia del seguimiento de Jesús de Nazaret, hoy con los habitantes de la calle también rechazados por los templarios contemporáneos.

Consideraciones

La aporofobia merece una reflexión teológica que contribuya a los procesos de renovación propuestos por la Iglesia ‘en salida’, porque son varios los gestos y discursos fuertes del Papa Francisco en defensa y restauración de la dignidad de los pobres. De esta forma, será oportuno que las agendas sinodales estén en el primer punto: cómo estar juntos y promover la vida plena de la gente en la calle. La certeza de que este tema está en la agenda del Papa Francisco fue por su llamada al teléfono y la referencia que hizo al Pe. Julio Lancelotti en el Ángelus, sobre su labor pastoral ordinaria con la gente de la calle.

Otro punto a destacar es el gesto histórico de la lavandería abierta en el Vaticano, para que la población vulnerable lave su ropa. Así el cardenal limosnero, adhiriéndose a la propuesta de convertir el clericalismo a la opción evangélica de defender a los pobres de Roma, con su ejemplo: fue la denfesa a los que se les cortaría la electricidad por falta de pago, posibilitando una pastoral profética y comprometida en todos los escenarios. Estos son algunos de los testimonios que permitirán a los fieles de catedrales, curas y obispos revisaren su ministerio y el sentido de la vida cristiana.

Por eso, la vida evangélica construida sobre la base del seguimiento de Cristo que se hizo pobre y cercano a las debilidades humanas, permitiéndonos, presbiterios y comunidades, realizaren la conversión pastoral y la práctica diaria con los descartados en la historia. Duermen en nuestras aceras, en los bordes de las tiendas, en las puertas de los edificios y en las puertas de nuestras iglesias, siendo el gesto más plausible de que en las iglesias les puedan acoger dentro. Así, gratitud al Pe. Julio Lancelotti por su testimonio impregnado de profetismo y urgencia para que nuestra Iglesia salga de sí misma, y la renovación eclesial por la conversión del clericalismo aporofóbico existente en nuestras catedrales.

Primero, Religión Digital

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