(José A. Vázquez, monje).- Estamos casi todos muy cansados de esperanzas defraudadas y quién sabe si, de nuevo, sufriremos una frustración; pero, en cualquier caso, de lo que no hay duda es de que el nuevo Papa Francisco ha suscitado una esperanza largo tiempo adormecida en la mayoría de los católicos, que han visto, en los últimos tiempos, cómo la primavera del Concilio Vaticano II quedaba frenada por el aparato burocrático vaticano y por el poder cedido a diversos movimientos, llamados nuevos, pero representantes de lo más viejo del clericalismo preconciliar, mientras la Iglesia mayoritaria, la de las parroquias y los religiosos, se iba sintiendo progresivamente marginada y desvitalizada.
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