(José Manuel Vidal).- Dos columnas de la Iglesia moderna. Ratzinger, el Papa, y Martini el cardenal, al que en Italia llaman "rosso" (color de la púrpura y de la bebida con la que comparte el nombre), aunque valía para llegar a ser "bianco" (con el blanco de la sotana papal). Dos viejos amigos, con profundas diferencias en cuanto a la governanza y a la forma de ser y de estar de la Iglesia en el mundo moderno.
Dos grandes intelectuales, que, en los momentos duros de la institución, aparcan las diferencias y cierran filas. Y Pablo-Martini visitó a Pedro-Ratzinger en Milán. Simplemente, para apoyarlo y ayudarle a llevar la cruz de los que, en la Curia, están sometiendo a la Iglesia a la vergüenza del mundo.
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