"Nuevas etapas exigen nuevas caras" Restán se va, pero no se va

(José M. Vidal).- Como él mismo anunció en su Facebook, después de la noticia dada por Religion Confidencial, José Luis Restán deja La Linterna de la Cope. Es decir, no se va. Se va a medias. Se va un poquito. Paso a paso o partido a partido, como el Cholo Simeone. Pero lo cierto es que dejar La Linterna, el programa estrella de análisis eclesiástico, significa soltar lastre y comenzar a irse.

Se va o le van, porque La Linterna, aparte de no despegar en números (con sólo 250.000 personas en el último EGM), era gris, monocorde y monocolor. El cometido fundamental de su sucesor al frente del programa, Faustino Catalina, será abrir el programa a la pluralidad eclesial. Sacarlos del jardín de CL y afines y colocarlo al alcance de todas las sensibilidades eclesiales.

Faustino Catalina, buen compañerpo y amigo, es un profesional bregado, discípulo del padre Gago y de Joaquín Luis Ortega. Laico sin adscripción, de trato amable, con ideas claras y equilibradas, con experiencia contrastada y excelente saber hacer radiofónico. Abierto al sano pluralismo eclesial, sabrá elegir sus tertulianos, para hacer un programa multicolor y de mosaico.

En cuanto a Restán es, sin duda, el principio del fin del periodista de Comunión y Liberación en la cadena de los obispos, cuya línea editorial viene marcando desde hace décadas. Cope quiere centrarse. Debe centrarse, mirando a Roma y al Papa Francisco, y a la propia realidad española. Cope tiene que ser una radio plural. Y de eso no entiende Restán, un profesional brillante, pero profundamente cuadriculado y de piñón fijo.

Los obispos no pueden peermitirse el lujo de una radio frentista. Ni siquiera, de una radio alineada con un único sector ideológico, el de la derecha española. La Iglesia tiene que recuperar el equilibrio perdido y comenzar, de verdad, a ser de todos. También en sus medios de comunicación.

La primavera de Francisco exige a los obispos poner el reloj de la Iglesia española a la hora de Roma. Y eso comienza por los medios de comunicación, que son la cara más visible de la institución. Y para cambiar la línea de los medios hay que cambiar a las personas. Nuevas etapas exigen nuevas caras.

Para leer el artículo completo, pinche aquí

Volver arriba