David López Royo El compromiso del empresario para afianzar un cambio social

David López Royo
David López Royo

El rol del tejido empresarial para colaborar en el desarrollo económico de los países que generan movimientos migratorios obligatorios implica posicionarse con claridad como agentes del cambio social.

Esto conlleva apostar por el capital humano y hacer valer su dignidad. La persona es el eje sobre el que debe de pivotar el desarrollo económico, lo cual significa que es el protagonista de una acción social que ayuda a construir un verdadero espacio de convivencia.

Desde esta perspectiva los responsables políticos están en la obligación de articular los canales precisos para que cada ciudadano pueda realizar su proyecto de vida en el país en donde ha nacido.

El tejido empresarial fomenta y genera riqueza, que unido a lo que señalo en el primer párrafo de esta reflexión hace que las sociedades puedan avanzar, y no únicamente desde el plano económico sino, también, desde la dimensión democrática. El empresario se convierte de esta forma en un verdadero agente del cambio social.

Tejido empresarial

Situándonos en los países que obligan a sus ciudadanos a emigrar es necesario ayudarles a fomentar un tejido empresarial que pueda ser un eje fundamental en la construcción democrática de esa sociedad. Esta es la cuestión; pero ¿cómo lograrlo? Aquí entra en juego el compromiso que deben de tener las sociedades asentadas en democracias solventes. Esto significa que la cooperación económica con países terceros en donde se origina la tragedia migratoria tiene que tener un plan de actuación al que los gobiernos de turno deben responder con diligencia y compromiso. Es verdad que existen organismos internacionales que buscan el equilibrio social en estos países; pero, por regla general, estas organizaciones dependen de fondos públicos controlados por los gobiernos, y aquí las ideologías pueden jugar malas pasadas. Esto es un limitante porque muchas veces no es posible avanzar en las actividades fijadas para alcanzar los objetivos marcados.

Por esta razón, el tejido empresarial que es el motor natural del desarrollo económico, debe ser, sino el protagonista del cambio social, el actor principal de una obra, que de seguir como está actualmente escenificada, puede terminar en una gran "muerte social". De hecho, la incapacidad de las sociedades democráticas para solventar el dolor de miles de personas, obligadas a salir de sus países, está suponiendo "la muerte lenta" de la dignidad humana. Además, toda esta situación se presta a lo que se puede denominar la gran manipulación. Sí, una manipulación, por parte de los políticos, fomentándose de esta manera el odio entre las personas. La pregunta que deberíamos hacernos todos es la siguiente ¿no es esto una muerte lenta de la sociedad? Otra pregunta más ¿se puede hablar de dignificación de la persona desde esta perspectiva?

Plan de acción conjunto

Los gobiernos democráticos de países solventes deberían establecer un plan de acción conjunto con el tejido empresarial para diseñar una cooperación empresarial en los países empobrecidos por la inercia negativa de gobiernos poco democráticos en su forma y manera de gobernar. Para esto hace falta valentía. Desde luego el tejido empresarial la tiene; pero precisan del apoyo institucional de gobiernos dispuestos a cambiar el rol de lo que hasta el momento está siendo la cooperación internacional.

Acompañar a empresarios con políticas de cooperación renovadas, y que habrá que diseñar de forma conjunta, es un objetivo que deberíamos de marcarnos las sociedades democráticas y desarrollas económicamente. Esto hay hacerlo, porque será la manera de que nuestro tejido empresarial pueda buscar a otros empresarios de estas sociedades maltratadas para desarrollar proyectos empresariales que generen, lo que vengo llamando en mis artículos, riqueza social. Logrando este objetivo se establecerá una renovación social, en las sociedades en donde se aplique esta manera de actuar, que alcanzará un cambio social. De esta forma el tejido empresarial se convierte en agente del cambio social.

Si trabajamos desde esta perspectiva podremos superar lo que el Papa Francisco nos dice en la Exhortación Apostólica La Alegría del Evangelio: "Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad —local, nacional o mundial— abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos lejos del llamado « fin de la historia », ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas".

Alimentar sinergias

Añado un punto más, cuánto bien se podría hacer si fuéramos capaces de generar en los procesos formativos de nuestros jóvenes iniciativas empresariales que tuvieran como objetivo alimentar sinergias entre los estudiantes de los diversos países, tanto de los considerados pobres como de los llamados ricos; pero, claro, estos proyectos tienen que estar alejadas de las ideologías partidistas de los políticos de turno. Aquí, una vez más, hay que dejar al tejido empresarial que fomente lo que se podría denominar Universidad de la Iniciativa Empresarial.

Deberíamos centrar nuestra cooperación internacional en el análisis de todas aquellas iniciativas impulsadas por los diversos actores del ámbito de la cooperación que hayan sido capaces de impulsar proyectos generadores de riqueza social y hacer de éstos el modelo a seguir. No podemos tener duda de que pueden existir , pero están "ocultadas" porque ideológicamente no responden a los cánones políticos de los gobiernos de turno y, sin embargo, son verdaderos agentes del cambio social. Sí, nuestro plan de acción de Cooperación Internacional, debería trabajar con el objetivo de unir estas iniciativas con el tejido empresarial ya que puede ser la solución para establecer un marco económico y social que ayude a tantas personas que, hoy por hoy, solamente ven como solución a su situación, la salida obligada de su tierra.

La próxima semana, siguiendo, el objetivo que me he marcado, reflexionaré sobre la necesidad de fomentar en los universitarios el espíritu empresarial. Será el tercer punto de apoyo para ayudar a evitar el dolor y la tragedia de la emigración.

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