(Jairo del Agua).- Quizás no haya virtud más falsificada que la humildad. Se vende como humildad el dejarse pisar por todos cuando eso es "no existencia", un grave problema de personalidad. O llevar la cabeza gacha y no decir ni mu, que muy bien podría ser "timidez". O vestir desarrapadamente, que podría ser "desorden" o "miseria espiritual". O hacer manifestaciones negativas sobre uno mismo, que bien podría ser "imagen negativa", otro desequilibrio sicológico. O hacer ostentación de humildad, que suele ser "disimulado orgullo" (como ocurre con otras virtudes simuladas).
Estos casos -más muchos otros que se podrían añadir- son desequilibrios de la personalidad. Es decir, defectos camuflados bajo careta de virtud, con frecuencia subconscientes. Todos denotan escasez de autenticidad. Eso explica en parte que, en algunos ámbitos religiosos, se den sorprendentes desencantos, depresiones y hasta brotes violentos, incluso suicidios.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: