(Cardenal Sistach).- Desde el inicio de la Iglesia ha habido cristianos que se han consagrado totalmente a Dios. Esta manera de vivir la vida cristiana existirá siempre en la Iglesia porque la promueve el Espíritu Santo en el corazón de los hombres y las mujeres. Es una vida de seguimiento radical de Jesús con la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.
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