"Abonar nuestro interior más profundo" El trabajo de la espiritualidad para los comunicadores

Ética y comunicación
Ética y comunicación

Trabajar nuestra espiritualidad, ese sustrato-ariete, es trabajar por nuestra vocación en su escalón más esencial.

En tiempos de fake news (noticias falsas) se sobreestimula la rapidez por sobre el chequeo y el análisis de las consecuencias de lo que publicamos y firmamos… o no

Hace casi 20 años que formo parte de un grupo de comunicadores argentinos guiados por el sacerdote jesuita Guillermo Ortiz

La página en blanco. El teclado quieto. Un ojo sobre la realidad a través de una cámara. El micrófono que espera una voz, unas palabras. Esta imagen sí, esta no. ¿Cómo estamos del alma cuando encaramos nuestra tarea de comunicadores sociales, periodistas, publicitarios, operadores culturales?

La Psicología brinda unas buenas herramientas para tratar de recuperar aquellos fuegos de los amores primeros, amores fundacionales e iniciáticos que nos impulsaron a las locuras más fértiles y creativas. A las parejas en crisis que buscan en proceso conjunto repensarse- reinventarse-redescubrirse se les propone hacer memoria de porqué están juntos, qué los unió en aquellos momentos de juventud en la piel y en el alma: recordar (pasar por el corazón) el amor primero. Interpreto que algo parecido o casi igual pero en otra dimensión, sucede cuando se prende la chispa de nuestra fe unida a la vocación-misión cualquiera sea ella.

A la hora de comunicar en los medios, en las redes, recurrimos necesariamente a anclajes interiores que nos ayudan a editar lo que hacemos desde lo que creemos para transmitir con convicción aquello que la actualidad nos propone. Trabajar nuestra espiritualidad, ese sustrato-ariete, es trabajar por nuestra vocación en su escalón más esencial.

Como comunicadores, el aire público pareciera que nos convoca a lugares en los cuales no cuenta lo que creemos en tanto lo que demos a conocer cause impacto, aumente seguidores, instale primicias. Y, sabemos claramente, esto no es así: muchas veces, por apurar una tapa y llegar antes que otros lo que estamos apurando es una fe de erratas. En tiempos de fake news (noticias falsas) se sobreestimula la rapidez por sobre el chequeo y el análisis de las consecuencias de lo que publicamos y firmamos… o no. Porque hacerse cargo y sostener lo difundido, y respetar los derechos de autor sobre fotos y videos pareciera que son cuestiones de otras eras de la comunicación, ¿o me equivoco?

Los comunicadores que vertebramos nuestras producciones en nuestra expertisse sumada a nuestra fe tenemos un plus ético que nos previene explícitamente de algunas situaciones que nos colocan entre la espada, la pared y esa zona tan tentadora de hacernos famosos en un tris.

Mirar el mundo y contarlo en el formato en el que desarrollemos nuestra profesión desde el respeto por el otro, sus entornos, sus historias, sus potencialidades agita aguas de noticias sí, pero siempre viendo en el otro a un prójimo, uno que podría ser yo misma. Y que quede bien clarito: esto no significa anestesiar nuestra natural curiosidad por ir a fondo con los temas que abordemos, aunque duela; significa ir a fondo pero respetando siempre desde nuestros relatos la porción de la realidad que nos toca reflejar.

Charlar entre colegas (en especial con aquellos con los que aparentemente menos tenemos en común), participar de retiros en los que se focalice en la faz espiritual combinada con nuestra vocación, interiorizarnos de las propuestas espirituales y profesionales que año tras año nos llegan desde organismos eclesiales que reconocidamente trabajan en serio sobre comunicación, prensa, mundo periodístico y publicitario, son todas instancias que harán más fácil que entremos en armonía cotidiana con nuestras decisiones laborales. No es para más tarde nuestra alma y primero todo lo demás. Es para antes y con la mejor calidad abonar nuestro interior más profundo para hacer emerger nuestras opiniones más cristalinas, esas que van a llegar a los lectores, audiencias, clientes, plateas logrando informar con calidad intensa.

Hace casi 20 años que formo parte de un grupo de comunicadores argentinos guiados por el sacerdote jesuita Guillermo Ortiz desde el que invitamos a retiros espirituales para comunicadores en la ciudad de Buenos Aires en los que reunimos amor y vocación. Bergoglio en su momento nos impulsaba y lo seguimos haciendo convencidos de que los medios, los que trabajamos en medios, los “todos” que nos constituimos en emisores en las redes sociales nos merecemos un buen rato para saber qué nos pasa por el corazón, si la actualidad nos golpeó duro y necesitamos recuperarnos, si nos quedan pilas para informar con misericordia y solidaridad, mirando el todo por sobre las partes, entendiéndonos como sujetos únicos de este mundo en el que Dios y la esperanza, para una gran mayoría, existen.

*Periodista, autora de “La Virgen de San Nicolás” (2002) y “Nuestra fe es revolucionaria. Bergoglio. Francisco” (2013) de Grupo Editorial Planeta.

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