Dedícate al menos un minuto


La vida que llevamos en la ciudad transcurre a un ritmo desenfrenado. Vamos de un sitio a otro a toda prisa, mirando al reloj por si llegamos tarde a la cita que habíamos concertado, nerviosos porque tarda más de lo debido el metro, el autobús, o estresados porque estamos metidos en un atasco que nos hará llegar tarde al trabajo.
Luego está el trabajo diario de la casa, la compra, el ir a recoger al niño o a la niña a la guardería, la reunión de la que no nos acordábamos, la cita que teníamos con el profesor o con el médico…
Y, en algún momento, antes de irnos agotados a la cama, pensamos que cómo podemos vivir así, deseando tener más tiempo libre para descansar, para pasear, para charlar tranquilamente con los amigos, con el marido o la mujer, con los hijos. Echamos de menos un momento para nosotros mismos, para pensar, para reflexionar, al menos durante un minuto. Un minuto para nosotros solos.
Quizá no haya que cambiar del todo nuestros hábitos cotidianos. O quizá sí. Cada uno sabemos a ciencia cierta que este modo de vida nos conduce a un estrés, que es desaconsejable para nuestro estado físico y mental.
Pero la decisión de romper con esa dinámica que produzca un cambio de vida, se debe dejar a la decisión libre y responsable de cada persona.
Quizá no sea tan difícil concedernos un momento de sosiego al día. La dedicación de al menos un minuto para relajarnos, para leer algún texto con calma y, si aún podemos realizar un esfuerzo más, que nos ayude a la reflexión, a entrar dentro de nosotros mismos y que cale en el corazón.
La temática que se puede leer, visualizar, meditar puede ser muy variada, como lo es la vida. Con sus miles de colores y tonalidades: el amor, la existencia en sus múltiples facetas, la solidaridad, la amistad, la humanidad, el silencio, el buen humor, la divinidad, la alegría, el dolor, la esperanza…
Un minuto no es mucho. Solo tenemos que buscar el momento más idóneo para dedicárnoslo a nosotros mismos. Estoy seguro de que nos resultará muy provechoso. Y si lo que vemos, leemos o reflexionamos no nos ayuda en esa ocasión, al menos nos vendrá bien ese instante de silencio y sosiego para el cuerpo, la mente y el espíritu.

Bienaventuranzas del Tiempo

Felices quienes se han dado cuenta que para todo hay un tiempo:

Un tiempo para gozar la noche y un tiempo para contemplar el día.
Un tiempo para la risa y un tiempo para compartir las lágrimas.

Un tiempo para beber de la amistad y un tiempo para serenar los ánimos.
Un tiempo para acariciar, para besar y un tiempo para añorar la pasión.

Un tiempo para perder el tiempo y un tiempo para sembrar sabiduría.
Un tiempo para el crudo invierno y un tiempo para la desnudez estival.

Un tiempo para disfrutar en compañía y un tiempo para entrar en el corazón.
Un tiempo para la plena confianza y un tiempo para la necesaria reserva.

Un tiempo para rebasar fronteras y un tiempo para no salir de la habitación.
Un tiempo para la brisa solidaria y un tiempo para palpar el egoísmo.

Un tiempo para estallar de felicidad y un tiempo para ahogarse en el llanto.
Un tiempo para mirar el horizonte luminoso y un tiempo para el obligado repliegue.

Un tiempo para sentirse lleno de luz y un tiempo de opaca oscuridad.
Un tiempo para la incesante búsqueda y un tiempo para el cómodo abandono.

Un tiempo para el amor ardoroso y un tiempo para la ira contenida.
Un tiempo para el encuentro y un tiempo para la soledad.

Felices quienes sienten que lo verdaderamente importante es perder el tiempo en nosotros mismos o para los demás, para mirar con el corazón lo que la vida nos va enseñando lentamente…
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