Acostumbrados a que Hollywood nos presente siempre a los predicadores como auténticos sinvergüenzas, uno no sale de su sorpresa ante la admirable figura que nos presenta el actor John Malkovich en el papel de un pastor presbiteriano que habla por la radio, en la última película de Clint Eastwood, El Intercambio. El film protagonizado por Angelina Jolie, se basa en una historia real que nos presenta el drama de una madre que se enfrenta con la ayuda de este pastor, a un terrible caso de corrupción policial en los años veinte. La cinta parece destinada a ser todo un clásico. Ya que demuestra la maestría de un director, considerado ya por todos como el último de los grandes cineastas americanos.
En 1928 desapareció un niño de nueve años en Los Ángeles llamado Walter Collins. Su caso conmovió el sistema legal de una ciudad llena de corrupción. Su historia había sido olvidada, hasta que al ir a quemar los viejos archivos del ayuntamiento, un empleado contactó con un antiguo periodista llamado Michael Straczyinski. Los papeles conservaban la transcripción de una audiencia con esta mujer llamada Christine Collins, que decía que el chico que le había devuelto la policía, tras su desaparición, no era su hijo. La historia es tan increíble que Straczynski se dedicó un año a investigar el caso, hasta que escribió el guión de esta película, que primero iba a hacer Ron Howard, pero finalmente ha dirigido Clint Eastwood.
El intercambio es un relato magistral, que combina el drama criminal con una reflexión sobre la naturaleza del mal. Aunque no tiene la dimensión trágica de Mystic River y carece de un final tan devastador como Million Dollar Baby, es un claro ejemplo de cómo una obra menor de Eastwood es mayor que las mejores producciones actuales que se hacen hoy en el cine americano.