Padre Travieso: «El día que me dijeron que sería obispo me llevé un susto terrible»

El día que a José Javier Travieso Martín le dijeron que sería obispo se llevó un «susto terrible». Nacido en Don Benito hace 56 años, este sacerdote perteneciente a la Congregación de los Misioneros Claretianos jamás imaginó que Benedicto XVI llegaría a nombrarlo obispo auxiliar de Trujillo, una provincia eclesiástica de Perú tan extensa como Extremadura y Ciudad Real juntas. El obispo auxiliar es el que ayuda al titular en diócesis muy grandes. «Yo no creo que sea la persona idónea para ello», confesaba horas después de hacerse oficial la elección, pero ese pensamiento no ha impedido que este extremeño comprometido con la evangelización y la promoción humana de los más desfavorecidos asuma con ilusión y entrega el mayor reto de su vida. Lo entrevista Evaristo Fernández de Vega en Hoy.

-¿Qué sintió cuando se lo dijeron?

-Cuando te lo dicen te llevas un susto terrible, porque uno ve que es una gran responsabilidad. ¿Qué quieres que te diga? Yo no creo que sea la persona idónea, por eso me puse a pedirle luces al Señor, y en esa confianza estoy, aprendiendo a ver en qué consiste esto.

-¿Cómo está viviendo su familia estos momentos de alegría?

-Con mi hermano no me comunicaba en todas las navidades, porque yo tenía que mantenerlo en secreto. Pero al escucharle ahora me alegro de que estén felices él y todos mis amigos, los de dentro de la congregación y los de fuera.

-¿Siempre quiso ser misionero?

-Cuando era pequeñito sentía de alguna forma lo que suponía que alguien, muchos o pocos, pudieran pasar sufriendo el resto de la vida después de la muerte, fuera de Dios. Lo sentía bastante duro y el Señor me dijo que tenía que hacer algo para colaborar. Luego escuché las historias del Padre Claret, fundador de nuestra congregación, y vi que Dios me llamaba para eso.

-Si algo ha marcado su labor en Perú ha sido la entrega a los más pobres con proyectos de desarrollo. ¿Qué parte ha ocupado esta faceta en su trabajo misionero?

-Eso ha sido algo que hemos ido haciendo durante todo este tiempo. En Lima y en otras partes de Perú hay mucha gente necesitada y ahora tendré la oportunidad de llevar esos proyectos a zonas de Los Andes, donde hay muchísima pobreza. Algo intento hacer con otros y otras de aquí y de allá, con ustedes también, cada uno a su manera. No tengo palabras para agradecer todo lo que me han ayudado desde Extremadura.

-¿Tiene ya proyectos concretos para su nueva responsabilidad?

-Algo tendré que hacer con la gracia de Dios, pero en concreto qué voy a hacer no lo sé. El hecho de que se pida la realización de esta tarea a una persona con vocación claretiana conlleva un matiz, porque el claretiano se dedica a llevar el Evangelio a todos, pero especialmente a los más necesitados, a los más pobres, a los que más lejos están. Mis hermanos de congregación ya me han recordado estos días que nuestro carisma es fundamentalmente misionero.

-¿Teme que el nuevo cargo le impida estar cerca de la gente sencilla?

-Yo pienso que un obispo debe ir a todas partes para estar con todo el mundo, pero también pienso que Jesús y sus discípulos tenían algunos momentos en los que tenían que ponerse a ajustar algunas cosas, y ese es parte del trabajo que ahora voy a tener.

-¿Qué aporta la Iglesia hoy?

-Cada uno enfoca el mundo y la vida según los ojos que tiene. Por ejemplo, el narcotraficante o el terrorista miran todo para ver qué golpe van a dar, mientras que un padre o una madre buenos de verdad miran a sus hijos y al entorno para ver qué cosa buena pueden encontrar. La Iglesia lo que aporta es una humanidad verdadera y auténtica ahora y siempre, ayuda a los hombres a vivir en la vida como es Dios, con salud, lealtad, honorabilidad, fraternidad, unidad, apoyo mutuo, estima, alegría, progreso y una vida renovada y multiplicada... La iglesia lo que tiene que aportar es esa luz, ese fondo en el corazón.

-Hay personas que acusan a la Iglesia Católica de convivir más con los que más tienen y descuidar a los verdaderamente necesitados. ¿Cuál es su opinión?

-Depende de sitios y situaciones, pero lo que yo veo aquí cada día es nuestro humilde interés de hacer algo cada día mejor entre todos y superar todo tipo de males, del cuerpo y del alma. La cuestión no es el dinero, la cuestión son los seres humanos, que con poco o mucho dinero, o con leyes de una u otra clase si es que son auténticas, vamos haciendo posible mejorar la sociedad y mejorarnos a nosotros mismos.

-¿Cómo valora la crisis de vocaciones al sacerdocio?

-Dios escribe a su manera, pero cuenta con nosotros, y a mí me toca, en lo mío, poner toda la carne en el asador, de palabra y de obra, para mover el corazón de la gente, sobre todo de la gente joven, y hacerles ver que entregar la vida por los demás no es una pérdida, sino una ganancia. La felicidad que todos los seres humanos buscan está por este camino de entrega de la vida del todo y para siempre.

-Hablemos ahora de aspectos más mundanos. ¿El nuevo obispo auxiliar de Trujillo se siente más peruano o más español?

-(Se escuchan unas risas al otro lado del teléfono y luego una pausa...) Yo creo que la patria que tenemos todos es la definitiva, pero en esta patria de la historia y de la geografía que nos toca vivir, pues tenemos patrias que no deberían ser nacionalismos cerrados y en violencia unos contra otros, sino familias de barrio que tratan de aportar lo mejor de sí para hacer un planeta cada día mejor. Pero como uno se debe a todos como misionero y ahora como obispo, eso tiene que quedar por necesidad en segundo plano. De todas formas, lo que uno es lo es, y lo que lleva dentro lo lleva dentro siempre: cómo no voy a agradecer tantas cosas que desde que nací allá he recibido de mis paisanos, igual que lo recibido en Perú. Uno es de alguna manera de todas partes.

-¿Qué siente cuando ve emigrar a tantos peruanos a España?

-Es un fenómeno de doble cara. Cuando la necesidad apremia es lógico que se quiera salir, pero entiendo también que debe haber un orden para evitar ciertos problemas. Si hay un buen conocimiento de las realidades, creo que se debería permitir ese flujo, porque la persona debe ser la que importe. La historia es larga y mi familia, por ejemplo, fue a América para buscar una salida. Debemos recordar esas cosas y apoyarnos cuando llegue el momento, aunque por otro lado, aquí hay que hacer una gran tarea para que la gente no se vea arrojada a dejar su tierra, eso muchas veces rompe las familias.

-¿El mundo que vivimos es justo?

-No, sabemos que hay muchas injusticias y por eso seguimos adelante, rogando a Dios y con el mazo dando. Hay muchas cosas que cambiar.


La elección de Javier Travieso ha sido recibida con una inmensa alegría en Don Benito, su ciudad natal. Ya en diciembre de 2006 fue nombrado hijo predilecto de esta localidad junto a otros 15 misioneros nacidos allí, una distinción con la que se reconocía el compromiso de todos ellos.

En el caso de Javier Travieso, el Ayuntamiento valoraba el esfuerzo realizado durante más de dos décadas en Lima, un lugar en el que compaginó su trabajo de párroco y profesor de Teología con multitud de proyectos educativos, sanitarios y de promoción humana de los que se han beneficiado miles de peruanos desfavorecidos.

El recién nombrado obispo auxiliar de Trujillo no se cansa de mostrar la realidad de aquel país en las visitas que realiza a Extremadura e incluso ofreció la posibilidad de realizar una experiencia misionera a un grupo de jóvenes de Don Benito que después de vivir en primer persona la pobreza del país decidió poner en marcha la asociación 'Compromiso'. Ese colectivo, junto con Proclade Bética, la oenegé de los misioneros Claretianos, sufraga cada año una docena de proyectos que permiten estudiar a niños y jóvenes sin recursos, alimentar a personas muy pobres, formar a mujeres y crear infraestructuras básicas.

Quienes convivieron en Perú con el misionero han contado decenas de veces que durante el viaje se percataron de que el misionero siempre utilizaba la misma ropa, bastante desgastada, por lo que decidieron obsequiarlo con un jersey. «Cuando se lo entregamos no quería cogerlo, decía que no le hacía falta».

Ahora, tras su nombramiento como obispo, Javier Travieso ha relatado a título anecdótico las dificultades que pasó cuando lo llamaron para realizarle las primeras fotografías oficiales. «Yo tenía sólo una camisita, pero hace un par de días vinieron a hacerme una foto de clerygman y como no tenía cuellecillo, me tuvieron que dejar uno. Ahora tendré que hacerme alguna otra camisita de clerygman, porque en algunas circunstancias oficiales o formales la gente espera que el obispo vista así. Pero aquí, en mi casa, yo estoy igual que tú en la tuya, con camisa y pantalón, con la diferencia de que aquí estamos en verano y hoy tenemos 25 grados».
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