¿Se puede salvar el Amazonas?

Aunque el escudo guayanés venezolano representa casi la mitad del territorio nacional (Amazonas 180.000 Kms.2 y Bolívar 242.801 Kms.2, el 19,38% y 26% respectivamente del total de los 912.000 Km.2), es tierra ignota, desconocida y marginal para la mayoría de los venezolanos. Pertenecen al escudo guayanés y selva amazónica, compartiendo con casi todos los países de Suramérica la problemática ecológica y sociopolítica que pide a gritos atender y cuidar mejor una de las reservas más importantes del planeta.

La nefasta medida del rey Carlos III de expulsar a los jesuitas (1767), tronchó una de las experiencias más audaces y exitosas de desarrollo integral, humano, científico, político y religioso que se estaba llevando a cabo en ese vastísimo e intrincado territorio. De entonces a acá, el descuido crónico de nuestras autoridades hace de esa tierra, presa ansiada de buscadores de El Dorado, depredando y corrompiendo el entorno físico y humano, indígena y criollo, con la complicidad de quienes deberían ser los custodios de la vida en aquel inmenso mundo.

Las denuncias pasan como flor de un día y la situación se agrava día a día. La presencia de la Iglesia católica en Amazonas de la mano de los Padres Salesianos se ve cada vez más constreñida por la presencia de quienes están destruyendo sin piedad el paisaje y desplazando a la población, sobre todo la indígena. "Hace ya mucho tiempo que las lanchas o dragas chupadoras forman parte del paisaje ribereño del río Atabapo. Las playas que todo atabapeño desde siempre conocían por su nombre, cambiaron de lugar, desaparecieron, pues el fondo fluvial ha sido trastocado, removido, con las consecuencias ecológicas de destrucción de la microflora fluvial".

Con nombre y apellido los habitantes del lugar señalan la mafia del combustible y de los alimentos. Los precios astronómicos del gasoil o la gasolina, cotizado en gramos de oro, no están al alcance de quienes debían ser los primeros atendidos. Las dragas en el Atabapo son trece perfectamente identificadas. "Los que trabajan en esas Dragas, ¿están solos? No, están custodiados en la parte venezolana por un puesto de la GNB y en la otra orilla por otro puesto colombiano. Termina el informe: "lo que he descrito no me hace ser optimista sobre si se puede salvar al Atabapo y otras zonas de minería ilegal en Amazonas, pues a la complejidad del problema se añade la actuación irregular de aquellos que tienen por mandato las responsabilidad de proteger el ambiente y la gente".

Invito a leer "la Iglesia en Amazonas" (email: marsaun@cantv.net) para conocer, sensibilizarnos y actuar ante la creciente destrucción de la mitad del país.

Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo

Arzobispo de M´rida (Venezuela)
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