Benedicto XVI prepara su sucesión

Le pedíamos al Papa, desde que llegó, la reforma de la Curia. Y la está haciendo, pero a su manera: una revolución tranquila y apacible, pero inflexible. Benedicto XVI opta por colaboradores amigos, de doctrina segura. Y, además, prepara su sucesión. Hay tres cardenales relamente amigos del Papa: Schönborn, arzobispo de Viena, Scola, arzobispo de Venecia y Ouellet, el flamante prefecto de los Obispos. Sin duda, los tres forman parte de la restringida rosa de papables. Cada vez más restringida, porque el futuro Papa tiene que ser de doctrina segura, por supuesto, y, además, que su expediente no aparezca ni de lejos salpicado por la suciedad de la pederastia clerical.

Marc Ouellet es un hombre de carácter, preparado, serio, franco, lanzado y sin pelos en la lengua. Difiende con vehemencia sus opiniones y, no digamos, la doctrina de la Iglesia. En Québec, lo saben bien y le han calificado de carca por declararse contrario al aborto, a los matrimoniso gays o a la absolución colectiva. Por eso, algunos lo tachan de ser demasiado pasional. Pero ser cosnervador en Quebec no es lo mismo que en Españ. Aquí, pasaría por progre.

El mismo confiesa que está dispuesto a defender lo que piensa. Porque una de sus máximas es la de su teólogo preferido von Balthasar: "Cristo envió a sus discípulos como corderos en medio de lobos". Diálogo sí, pero conscientes de la animadversión social que, a veces, suscita la doctrina de la Iglesia.

Viene del norte, de un país como Quebec profundamente secularizado, que hizo ya en los años 60-7o la ,llamada "revolución tranquila", es decir el paso a una laicidad positiva. Pero tamibén conoce a la perfección el Sur, porque estuvo muchos años de rector de un seminario en Manizales (Colombia).

Sabe 6 lenguas (entre ellas, el alemán, en la que hizo su tesis doctoral), es religioso sulpiciano (lo que le aleja de los movimientos más talibanizados) y, además, conoce los engranajes curiales, porque estuvo ya de secretario de la Congregación para la Unidad de los Cristianos y vivió largas temporadas en Roma.

Un cura universal, que aglutina diversas culturas y que conoce los mecanismos de las sociedades mediáticas y secularizadas modernas a la perfección.

Con él (66 años), llega una nueva generación al máximo centro de poder del Vaticano. Koch tiene 60 y Fisichella, 58. Relevo generacional, pues, para la media de edad que predomina en la Curia.

Los nuevos obispos llevarán sin duda la huella del nuevo prefecto de la Congregación. Serán por un lado (y como hasta ahora) fieles y seguros doctrinalmente. Pero, eso sí, dejarán de ser grises. Ouellet optará, sin duda, por eclesiásticos bien preparados y, sobre todo, sociables y que no huyan de los medios de comunicación, los nuevos púlpitos. ¡Ojalá!

José Manuel Vidal
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