Bertone pasa al ataque

Ha sido el blanco predilecto de los "cuervos" vaticanos. Ha aguantado el tipo y, ahora, pasa al ataque. El cardenal Bertone, número dos de la Santa Sede, se explaya en una interesante entrevista a Famiglia Cristiana (buen scoop de los paulinos), de la que cada vez vamos conociendo más detalles.

El Secretario de Estado, acosado por la vieja guardia, denuncia que, en todo el escandalo del Vatileaks, hubo "calumnias", es decir hechos falsos. Aunque no precisa más.

De esas calumnias parece responsabilizar a los medios de comunicación italianos, siempre pendientes de Roma. A los medios italianos les acusa de utilizar "el estilo Dan Brown", el famoso autor del 'Código da Vinci'. Un estilo que, al socaire de los italianos, se extiende a los medios de comunicación de todo el mundo.

Está claro que los medios siempre exageran y ponen el foco y buscan dar mordiente a la noticia, pero hay que reconocer que, en este caso concreto, los medios no se inventaron los ducmentos ni crearon los "cuervos".

Eso sí, se aprovecharon de las filtraciones, como es su deber, y algunos publicaron noticias exageradas o, incluso, falsas. Grave error. Pero eso no permite descalificarlos a todos y meterlos en el mismo saco de las calumnias. Matar al mensajero es lo más fácil. Pero, cuando se intenta matar, lo mínimo que hay que hacer es señalar al mensajero concreto, al calumniador. Para no cometer la injusticia de la generalización.

Asegura también el cardenal Bertone que se quiere "desestabilizar a la Iglesia" e impedir que el Papa siga utilizando la escoba del "barrendero de Dios". Una vez más, habría que pedir al Secretario de Estado que dijese al pueblo de Dios quiénes son esos tales. Que nombre a los enemigos (de dentro y de fuera) que quieren acabar con la Iglesia y parar al Papa en su labor de limpieza.

También dice Bertone que en la Curia no hay luchas de poder entre los cardenales. Algo muy difícil de creer. Porque, hasta ahora, lo sospechábamos. Ahora, lo podemos ocmprobar con infinidad de documentos publicados en el libro de Nuzzi, por ejemplo.

Al final, lo que pasa con todo esto es que el morbo, el escándalo y el espectáculo (y la vergüenza de infinidad de simples fieles católicos en todo el mundo) tapan a lo esencial: el mensaje del Reino, la propagación de la esperanza y del actuar samaritano de la Iglesia.

¿No sería mejor cerrar la Curia o reconvertirla en una mera maquinaria ejecutiva, a las órdenes de un Sínodo episcopal, presidido por el Papa?

José Manuel Vidal
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