¡Bienvenido, hermano Jesús Catalá!

La muy noble, leal y hospitalaria ciudad de Málaga, la primera en la lucha por las libertades, te recibe con afecto. Y te deseamos lo mejor para el tiempo que en que nos honres con tu presencia. Queremos que te sientas como en tu casa. Durante estos años en que hemos estado esperándote, sin sospechar en absoluto que tú ibas a ser nuestro pastor, un numeroso grupo de laicos y de curas hemos reflexionado sobre el talante y el perfil del obispo que, en nuestra modesta opinión, Málaga necesita. Nos sentimos corresponsables en la marcha de nuestra diócesis, por eso te damos a conocer nuestra pequeña aportación, con el deseo humilde y sincero de ayudarte en tu tarea. Sintetizamos nuestra reflexión en cinco puntos:
1. Pensamos que deberías potenciar una evangelización que nos lleve a todos al encuentro y a la experiencia de Jesucristo, el buen pastor, pues ello será lo que perdurará en nuestra sociedad tan alejada de los valores evangélicos.
Del mismo modo, deberías potenciar la formación de un laicado adulto y corresponsable, con más peso en la marcha pastoral de la diócesis. Frente a una pastoral de entretenimiento y de mínimos, deseamos potencies, sin miedo, una pastoral transformadora y misionera, creadora de "comunidades de contraste" (Metz), como lo eran las comunidades paulinas.
Deberías fomentar el establecimiento de una Iglesia más creíble y evangélica, con el estilo de Jesús el Nazareno: que tenga preferencia por los pobres y marginados; que defienda, apoye y valore aquellos grupos que aunque sean pequeños, se esfuerzan por transformar y no por mantener lo existente. Una Iglesia que sea más amiga del óbolo de la viuda que del dinero de dudosa procedencia.
2. Esperamos de ti, hermano Jesús, que estés dispuesto a defender con tus palabras, acciones y gestos toda causa justa a favor de los derechos humanos y de los empobrecidos. Esperamos tu cercanía a los inmigrantes tan presentes en nuestra diócesis. No tengas miedo a equivocarte siempre que tu acción sea creativa y audaz a favor de los últimos.
3. Deseamos potencies unas celebraciones de la fe más cercanas, sencillas y menos ritualistas, con menos boato y con unos símbolos y lenguajes más comprensivos. En lo posible, te animamos a que elimines los gestos feudales que aún existen en algunos de nuestros ritos. No tengas miedo a ayudarnos a dar pasos nuevos en este sentido.
4. Esperamos nos ayudes a clarificarnos sobre el complejo tema de la religiosidad popular, para que lleguemos a concretar colectivamente, no por decreto, los modos y maneras de renovar la fe de nuestras comunidades. Nuestros directorios deberían ir más al fondo que a la forma. Vemos muy necesario también una clarificación sobre el papel y la renovación de nuestras cofradías y hermandades tan numerosas en nuestra diócesis pero, tal vez, necesitadas de savia evangélica.
Con respecto a las visitas pastorales te sugerimos que dialogues antes con el párroco del lugar para que captes cómo debes enfocar tu visita, qué debes apoyar y sugerir, etc. No olvides que tú te vas, quizá en loor de multitudes (aunque ya, menos), pero el cura se queda allí dando el callo en el día a día. Defiéndelo y anímalo siempre. Esperamos igualmente que te esfuerces por no romper la comunión con ningún grupo y que hagas lo posible para que ningún grupo la rompa contigo.
5. En cuanto a tu talante personal, nos gustaría que conozcas a los curas y a los laicos de la diócesis y que los trates sin prejuicios; que seas persona cercana, sencilla, amable y que seas capaz de "pasar como uno de tantos", como pasó nuestro maestro (Filipenses, 2); que seas más pastor que canonista, que la letra no mate al espíritu; que seas hombre de recia espiritualidad, centrada en el evangelio y en la vida; que busques la unidad, no la uniformidad y, por último, y esto, como tú bien sabes, es muy importante aunque vaya al final, que sepas valorar y defender siempre a la mujer en la sociedad y en la Iglesia.
Un breve anexo: no te olvides del imperativo del Nazareno: "Entre vosotros, el más importante debe ser como el menor, y el que manda como el que sirve". Y cuando tengas que obedecer a tus superiores ten presente las lúcidas palabras de Benito XVI cuando aún era el teólogo Joseph Ratzinger. "La verdadera obediencia no es la obediencia de los aduladores, que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas. Lo que necesita la Iglesia de hoy y de todos los tiempos no son panegiristas de lo existente, sino hombres en quien la humildad y la obediencia no sean menores que la pasión por la verdad; hombres y mujeres que den testimonio a despecho de todo ataque y distorsión de las palabras (y de las costumbres, añado yo) del Señor."
Que el Señor Jesús, el buen pastor, te ayude a ser un pastor bueno, a su estilo, a su imagen y semejanza. Cuenta también con nosotros. Nos ofrecemos para ayudarte. ¡Bienvenido, hermano Jesús! ¡Bienvenido, sr. obispo!
José Sánchez Luque (Malaga hoy)