Ceballos y Zornoza, símbolos de dos formas de ser Iglesia

Se va monseñor Ceballos, el hasta ahora obispo de Cádiz y Ceuta. Y llega, para sucederle, Rafael Zornoza, el hasta ahora auxiliar de Getafe. Dos nombres y dos obispos que, a mi juicio, simbolizan en sí mismos dos formas de ser Iglesia. Las dos válidas, las dos complementarias. Las dos necesarias, porque en las dos, unidas, se escenifica la cruz, símbolo del cristianismo. Esquematizando, Cebellos representa a la Iglesia más comprometida, la que se faja por los pobres, la que lucha por el hombre, sin olvidar a Dios. Zornoza encarna la Iglesia sacramentalizadora, más vertical, más centrada en Dios sin olvidar al hombre. El peligro estriba, cuando se prima una de ellas en detrimento de la otra. Cuando se absolutiza un sólo palo de la cruz. Cuando la Iglesia deja de ser inclusiva y rechaza una u otra postura.

Ceballos es quizás de los últimos obispos "comprometidos". Con el significado que, antes, se le daba a este término. Un prelado sin trampa ni cartón. Convincente y convencido, porque intentó hablar con su vida de siervo humilde y servicial. Típico representante de la Iglesia del postconcilio, siempre supo que no hay atajos para llegar a Dios y que los preferidos de Cristo fueron (y tienen que seguir siendo) los pobres. Sin alardes, sin estremismos, siempre estuvo al lado de los últimos, de los obreros. Y, por supuesto, sin olvidar a Dios ni los sacramentos ni el rosario ni la adoración al Santísimo. Un obispo espiritualmente comprometido. Un obispo para los demás.

Representa monseñor Ceballos a los obispos del postconcilio y a tantos curas que han dado y siguen dando su vida por este tipo de Iglesia humilde, cercana, samaritana e incluyente. Esos obispos y curas que estuvieron en la cresta de la ola, pero que hoy se sienten desplazados, ignorados o marginados. Ha cambiado la época. Ya no soplan los vientos del postconcilio. La Iglesia parece aferrarse sólo y exclusivamente al palo vertical de la cruz, con riesgo de olvidarse del hombre.

Soplan nuevos aires en Roma y en la Iglesia. Y la nueva hornada de obispos (los que se vienen nombrando desde hace ya más de 25 años) son de otro estilo, tienen otras prioridades o, mejor dicho, ponen los acentos casi exclusivamente en la sacramentalización. Con el peligro de encerrarse en las sacristías. Con el peligro de convertirse en meros funcionarios de lo divino o en simples dispensadores de sacramentos.

Zornoza, como otros muchos obispos y curas, viene de esa escuela. Como buen golfiniano (alumno aventajado de monseñor Golfín) cree en una Iglesia más espiritualista, a fuer de ser menos comprometida y más desencarnada. Con ese estilo de Iglesia dicen que consiguió llenar el seminario de Getafe. otra cosa es saber con qué tipo de seminaristas y para conseguir qué tipo de cura...

Zornoza representa a las mil maravillas a los nuevos obispos y a los nuevos curas. Curas jóvenes pero muchísimo más conservadores que los viejos sacerdotes. Curas centrados en la liturgia y en lo sagrado. Curas de alzacuello y breviario y zapatos de marca y buen coche, que dicen que a los pobres tiene que atenderlos el Estado, que ellos sólo están para ofrecer a Dios...

Ceballos y Zornoza, dos obispos distintos, dos obispos de la Iglesia, cada cual con su estilo y sus acentos. Loa dramático sería que los nuevos obispos (y los nuevos curas) impusiesen sólo su forma de ser Iglesia y excluyesen a las demás. Que es lo que está ocurriendo. Olvidan que, sin pluralidad y sin inclusión, no hay Iglesia. Porque la Iglesia no es de unos cuantos puros y cátaros, sino de todos y para todos. De los qu enecesitan el médico, de los pecadores. Del pueblo de Dios. No podrán enterrar, por mucho que algunos se empeñen, a la Iglesia comunidad de los seguidores de Jesús, que se conocen por sus frutos de caridad y no por sus golpes de pecho.

José Manuel Vidal
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