Cerrar el banco del Vaticano

No se puede servir a Dios y al dinero. Jesús lo tenía claro y el Vaticano lo demuestra una vez más. Al final, todos los escándalos de los cuervos y de las filtraciones no se deben tanto (que también) a la lucha sucesoria, sino sobre todo a los dineros guardados por unos y otros en el IOR. Hace años, muchos años que el Banco del Vaticano huele mal. A podrido.

Desde Marcinckus y antes de Marcinckus. Desde que se creó. Y es que un instrumento como un banco tiene que funcionar con las leyes de los mercados y con la ley de la máxima usura y de la mínima transparencia. Y así ha funcionado y sigue funcionando. Y si no se cierra, así seguirá funcionando.

Dicen que el Papa Ratzinger quiere aplicarle al IOR la misma medicina que a la pederastia: transparencia total y tolerancia cero. Algo es algo.

Pero aún sería mejor, si el Papa "barrendero" lo barre del todo a su propio banco. Y lo arroja fuera de su casa y de su Estado. Y lo cierra con orden expresa de que ninguno de sus sucesores pueda reabrirlo. So pena de excomunión latae sententiae.

José Manuel Vidal
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