Jesús Espeja, el Gustavo Gutiérrez español

Se parecen en muchas cosas. El dominico español Jesús Espeja y el dominico peruano, Gustavo Gutiérrez son físicamente parecidos: pequeñitos y menudos. Y también, intelectualmente. Dos teólogos de raza, con obra, de reconocido prestigio y de idéntica militancia por idénticas causas. Las causas de su amor al Cristo libertador, a los pobres de la tierra, a las víctimas, a los empobrecidos. Y con idéntico amor por su orden religiosa y por una Iglesia a la que quieren abierta, entregada, samaritana, dialogante, atenta al latir de la calle y dispuesta a responder a las preguntas reales de la gente. Dos teólogos de la liberación. De la auténtica Liberación con mayúscula.

Ayer, Jesús espeja presentó su último libro y, con tal motivo, se le rindió un merecido homenaje, que pueden leer aquí.

Escritor prolífico, trabajador incansable, en su haber cuenta con más de 40 títulos de libros. E infinidad de artículos. E incalculables conferencias. Tanto en España como en América, donde fray Espeja es casi más conocido y apreciado que entre nosotros. Asesor del CELAM, viaja todavía hoy por los países de América (incluida Cuba), donde se le escucha con veneración. Ha sido siempre un teólogo-puente entre ambas orillas del Atlántico.

A sus 79 años, Espeja acumula madurez, sabiduría y lucidez. Y síntesis vitales logradas. Tiene mucho que enseñar. Y lo sigue haciendo, con su habitual sencillez, cercanía y bonhomía. Sin dárselas de nada. Con método y con rigor. Con saber acumulado. Y con una vida vivida siempre en la misma línea. Sin cambiar.

Uno de los mayores méritos del padre Espeja es que sigue militanto por la Iglesia del Concilio. NO cambió de bando, siguiendo los vientos de Roma. No se quemó durante todos estos años. Sigue queriendo construir el Reino. Sigue luchando por hacer cada vez más bello el rostro de la Iglesia. Con una denuncia clara, directa, pero siempre amable y sin estridencias.

Espeja conserva la misma ilusión de la época de la recepción del Concilio y de su aplicación en España, a la que tanto contribuyó. Guarda el mismo celo y la misma pasión por Cristo. Y conecta con la línea de los grandes profetas dominicos. Desde Bartolomé de las Casas a Montesinos, pasando por los más recientes Chenu, Congar o Schillebeeckx.

Como decía en la presentación-homenaje el prior dominico, Javier Carballo, hay que cuidar a los teólogos. Una Iglesia sin teólogos es una Iglesia incapaz de adecuar su mensaje al mundo actual. Una Iglesia sin respuestas o con respuestas prefabricadas, que siempre suenan a falso.

Hay que cuidar a los teólogos, un colectivo amedrentado y en riesgo de extinción. Porque, ante la falta de efectivos, cada vez son menos los clérigos (curas, frailes y monjas) que se dedican a la investigación y al estudio. Y los grandes maestros, como Espeja, pueden quedar sin sucesores. Aunque, también en este campo, nos quedan los jesuitas y los dominicos...Menos mal.

Enhorabuena por su libro, fray Jesús. Y gracias por su amistad y por su vida entera, maestro y teólogo de los pobres.

José Manuel Vidal
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