Julio Asterio, el sacerdote del ciberespacio

Y desde la Red dejó huella e hizo amigos. Muchos amigos. Tanto desde su agencia de noticias (JAI) como desde su blog de religiondigital, el padre Asterio sabía casar perfectamente la técnica moderna y las ideas salvadoras de un Jesucristo que dio sentido profundo a su vida y quiso que la diese también a las de los demás. Pero sin imponer, sólo susurrando.
Julio Asterio Fernández (Pravia, 1961) cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de Oviedo. Realizó el diaconado (1985-1986) en la ciudad de Gijón y fue ordenado sacerdote por el arzobispo Díaz Merchán el 8 de junio de 1986 en la Catedral. De su arzobispo heredó el temple y la prestancia para decir siempre lo que pensaba.
Sólo se casaba con el Evangelio y con sus principios. Quizás por eso, su nombre saltó a los periódicos nacionales este año: fue denunciado por «insultos» ante los tribunales civiles por el director de Cáritas de Asturias, en un gesto sin precedentes. Al final, tras la mediación de vicarios y obispos, las aguas volvieron a su cauce y el juicio no se celebró. Aunque, previamente, Julio Asterio le pidió perdón públicamente al denunciante «por si en algo le había faltado».
A lo largo de su ministerio sacerdotal desempeñó los siguientes servicios eclesiales: Vicario parroquial de San José de Gijón (1986-1994), Delegado diocesano de Pastoral Juvenil (1997-2004) y miembro designado del Consejo Presbiteral (1997-2000). Desde septiembre de 1994 era párroco del Sagrado Corazón de Villalegre, Director de la Escuela Diocesana de Animación y Tiempo Libre (1999) y consiliario nacional de la Federación de Escuelas de Tiempo Libre Cristianas (2003).
Desde su primer destino eclesial en Gijón, mostró un especial interés por la evangelización en los medios de comunicación social y por el testimonio cristiano en la opinión pública, lo que hizo de Julio Asterio Fernández un asiduo colaborador de distintos medios de comunicación social de Asturias. En 2003 puso en marcha una página web informativa, una agencia de noticias eclesiales, un foro de opinión religiosa y un blog.
Otra de sus facetas, a la que dedicó enormes esfuerzos, fue la pastoral juvenil. Primero como delegado de juventud y, después, como capellán de la Federación de Tiempo Libre. Campechano, abierto y siempre disponible, Julio Asterio conectaba perfectamente con los más jóvenes y hasta criticaba, a veces, el poco tacto de la Iglesia para acercarse a ellos.
Crítico cuando tenía que serlo, pero, al mismo tiempo, profundamente eclesial. Era de esos curas que entregan a fondo perdido sus vidas por sus fieles, sin buscar nada a cambio. O sí, que sean un poco más felices. Uno de esos curas, de los que afortunadamente sigue habiendo muchos, que se dejan la piel a pie de obra, al lado de los más humildes. Un cura pacífico y pacificador, Y, como decía Cristo en las Bienaventuranzas, «de ellos es el Reino de los cielos».
José Manuel Vidal (El Mundo)