Madrid, capital del juego y Rouco calla

Hace honor a su apellido. Rouco está "afónico", rouco en gallego. No dice ni mú, sobre todo cuando no le interesa por alguna razón (normalmente de tipo político-eclesiástico). Lleva meses guardando el silencio más absoluto sobre la crisis y los recortes. Lleva meses impidiendo que la Conferencia episcopal, máximo órgano colegiado de los obispos, se pronuncie al respecto y lance a la calle un documento de denuncia y de anuncio a un pueblo sumido en la noche oscura. Dicen que por no criticar a la derecha. Y, ahora, por la misma razón, calla como un muerto ante el Eurovegas de su amiga Esperanza Aguirre.

Madrid se va a convertir en la capital del juego y de todo lo que lleva aparejado (drogas, prostitución...) y el arzobispo de Madrid guarda el más absoluto de los silencios. Un silencio obsesivo, enfermizo. Un silencio que, en la sociedad de la información, es más que un error de cálculo. Es un pecado mortal. ¿Qué piensa Rouco sobre el Eurovegas? ¿Qué esconde tras su silencio? ¿Pretende bendecir con él lo que muchos de sus compañeros obispos han calificado de "podredumbre"? No se sabe. Nadie lo sabe. O lo sabemos todos. Porque está claro que el que calla otorga.

Y eso que hasta los dos obispos de las diócesis sufragáneas de Madrid han publicado, hace ya algún tiempo, sendos mensajes en contra del macrocomplejo de Adelson. Con gruesas descalificaciones. "Eurovegas es una fachada atractiva, pero dentro ves su podredumbre, con actividades que pueden romper muchas familias, con todo el daño que implican las rupturas para los niños, por ejemplo", dijo Joaquín López de Andújar, obispo de Getafe.

Señala, además: "Cuando corre el dinero sin control enseguida se activa la prostitución, el blanqueo de dinero, los espectáculos porno, etc... y todo eso daña el bien social y familiar. Todo eso promueve el individualismo, el egoísmo y el descontrol. Y además, ¿será rentable económicamente? A mí me dicen que el negocio del juego está en recesión en España. Pero bueno, eso ya es un tema técnico". "Además, está claro que habrá prostitución de todo tipo. Eurovegas dirá que no la promueve, pero ésta acudirá al flujo del dinero y se generará como actividad satélite. Me temo que se creará una nube de clubes y tendrán cierta cobertura legal".

El bueno de Don Joaquín añadía más: "Espero un pronunciamiento, no solo de los obispos de las regiones afectadas, sino de la Conferencia Episcopal, y sucederá cuando haya datos más claros sobre la propuesta de Eurovegas. Hay una gran preocupación entre los obispos por este tema, porque no afectará solo a una región, sino a toda España. Hasta ahora los otros obispos esperaban que nos pronunciásemos los pastores más directamente implicados. Yo aguardo el pronunciamiento de los laicos de mi Iglesia diocesana. Pero puedo adelantar ya que estoy muy preocupado por este asunto". Que espere sentado el prelado de Getafe. Ni de la Conferencia ni del metropolitano de la provincia eclesiástica madrileña, cardenal Rouco.

Desde la otra punta de la Comunidad de Madrid, el controvertido obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, insistía en los argumentos contrarios a Eurovegas. "No es suficiente admitir inversiones rápidas y prometedoras de trabajo sin medir las consecuencias sociales de las actividades que se proponen introducir. Del mismo modo que no podemos permitir la contaminación y destrucción del medio ambiente, tampoco podemos facilitar la destrucción de personas y familias. En definitiva: ¿Inversiones y trabajo? Sí, pero no a cualquier precio. No todo vale cuando está en juego la dignidad de la persona, el bien de la familia y la 'ecología social del trabajo'".

Y lo mismo hcieron en conjunto y por separado los obispos catalanes, que arremetieron sin paños calientes contra el complejo del juego, cuando se especulaba con su eventual implantación en Barcelona.

Todos hablaron excepto el más directamente involucrado: el arzobispo de Madrid. Como siempre, Rouco guarda silencio. Un silencio cómplice que le deja en evidencia ante la sociedad. Y lo que es peor, daña gravemente la imagen de la institución cuya máxima representación detenta en España.

José Manuel Vidal
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