Müller, en Madrid
Como casi todos los grandes personajes, en las distancias cortas es un prelado sencillo y afable. Nada pagado de sí mismo ni de su cargo. Habla un español bastante fluido. Eso sí, con un tremendo acento alemán. Antes de empezar su conferencia, nos atendió amablemente a la compañera de 13TV y a un servidor.
Algo es algo, pero se me hizo corto. Y a él daba la sensación de que también, pero la gente estaba esperando ya en la sala. Me quedé con ganas de preguntarle por la situación de la Teología en España. Y por el caso Pagola, si es que existe en Roma. O por el desenlace (para muchos incomprensible) del caso Bourgeois. Si sigue siendo amigo de Gustavo Gutiérrez o por qué a los ultracatólicos les produce urticaria.
Es una pena que el arzobispado de Madrid haya desperdiciado la ocasión de hacerse presente en la vida social española con el mensaje de un personaje de estas características, que, seguramente, habría aceptado, encantado, una rueda de prensa. Una comparecencia abierta y distendida, para explicar su cometido de "vigilar" e "impulsar" la fe en el mundo. Su predecesor, el cardenal Ratzinger, lo hacía o se lo hacían. YO mismo asistí a dos ruedas de prensa con él. Una, en El Escorial y otra, en el palacio de Congresos de Madrid.
Y es que, a veces, el afán de proteger desproteje. Y no están los tiempos para desperdiciar oportunidades. Ni siquiera para la Iglesia católica.
El acto académico, brillante. Con un salón de actos abarrotado de clerecía madrileña: vicarios, profesores, seminaristas...Casi todos de clergyman riguroso. Con un Rouco distendido y aplicado, que subrayaba la ponencia de Müller, mientras la pronunciaba. Al final se le entregó una distinción de la Universidad San Dámaso, sin duda merecida, porque hace años que fue profesor invitado del centro, cuando estaba en su fase naciente. Otro apoyo más en Roma para la Universidad del cardenal Rouco Varela.
José Manuel Vidal