¡Pobres padres del cura de Noez!

Es la comidilla de todas las salsas mediáticas. Tiene todos los ingredientes para convertirse en una "gran historia" para los medios más o menos serios. Y en pura carnaza para los demás. Samuel Martín, el cura de Noez reúne todos los requisitos para convertirse en una estrella de los programas frikis de la noche televisiva. Y mientras tanto, sus pobre spadres sufren en silencio. Con la mala suerte de que, además, son de Gálvez, del pueblo de al lado de donde su hijo ejercía de párroco. Ni ellos ni nadie entiende qué pudo pasar por la cabeza de su hijo. Muchos dicen ya que ha sido víctima de una enfermedad mental o de un brote psicótico.

Oraciones por los padres del cura y petición de responsabilidad a los formadores del seminario y al presbiterio de Toledo. Porque, ahora, todo el mundo quiere lavarse las manos. Los curas del arciprestazgo, porque apenas acababa de aterrizar en la zona. ¿Y sus formadores del seminario? Ese seminario de Toledo que pasa por ser el mejor de España. ¿Qué filtros se están utilizando, si es que los hay?. ¿O todo vale, con tal de lucir abultyadas estadísticas el Dia del seminario?

¿Y el compañerismo del presbiterio de Toledo, vivero de obispos? ¿Samuel no tenía amigos? ¿Ni siquiera los de su curso? ¿Ni padre espiritual, ni compañeros que velasen por él y le echasen una mano? ¡Qué soledad! Un cura se muere por dentro y sus compañeros ni se enteran. Y, ahora, se llaman a andanas.

Alguien debería asumir responsabilidades entre el alto clero de Toledo. Sobre todo por el antes de los hechos. Pero me temo que nadie lo haga. Y las cosas seguirán como hasta ahora. Al cura se le recluirá en un monasterio una larga temporada y, después, se le cambiará de parroquia (lo más lejos posible de Noez) o se le mandará a misiones. A reparar sus culpas. Y en Toledo y en otras partes, seguirá habiendo curas desesperados por dentro y muertos de soledad por fuera.

A mí, todo esto me da pena. Por el pobre muchacho (sólo y abandonado con sus vicios y sus neuras). Por los curas, que añaden un baldón a su imagen. Por la Iglesia, que sufre una nueva mancha en su ya escasa credibilidad pública. Por el seminario de Toledo, que queda en entredicho. Por el presbiterio de la diócesis que queda en evidencia. Y sobre todo, por sus padres, que sufren, con el corazón desgarrado, el escarnio público de su hijo, otrora orgullo de la familia.

José Manuel Vidal
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