Rouco y el IBI: ¿Amenaza o simple constatación?

Tras largos meses de silencio, el cardenal Rouco se fue a Cádiz a pronunciar una conferencia. Allí, presionado por los periodistas, no tuvo más remedio que pronunciarse sobre el IBI. Y lo hizo con un par de aseveraciones que, cuando menos se prestan a una doble interpretación. Porque el cardenal aseguró que, si el gobierno cambia la ley (de mecenazgo y de haciendas públicas), la Iglesia pagará el IBI. Pero advirtió que, si se la obliga a pagar el IBI, , el pago repercutirá en la labor social de Cáritas.

La afirmación de Rouco puede interpretarse al menos de dos formas. Una: la Iglesia no tiene una máquina de hacer billetes y, por lo tanto, si detrae recursos para pagar el IBI, tendrá menos dinero disponible para su labor social y, por lo tanto, para los pobres.

Pero también se puede entender lo dicho por el cardenal como una amenaza, como un chantaje: ¡Cuidado, si nos obligáis a pagar el IBI, tendremos menos dinero para darle a Cáritas y a los pobres! Y el purpurado madrileño tiene tan mala imagen pública que casi nadie le concede el beneficio de la duda.

Y ésta interpretación (tan justa o más que la primera) está levantando ampollas en la opinión pública. Y digo tan justa o más que la primera interpretación, porque Rocuo sabe que la extraordinaria labor de Cáritas apenas depende de la Iglesia. Para ser exactos, en dinero contante y sonante lo que a Cáritas llega de la Iglesia son sólo 5 millones de euros, es decir el 2% del presupuesto de la institución. Cáritas se financia mayoritariamente con donativos privados, ayudas oficiales y voluntariado.

Ahora bien, si la Iglesia contabiliza los más de 60.000 voluntarios de Cáritas y los cientos de locales que dependen de las parroquias y de las diócesis, entonces el porcentaje de ayudas directas eclesiales a su brazo solidario es mucho mayor.

En cualquier caso, no me parece que haya estado fino el cardenal. Porque la caridad y los pobers deben estar, para la Iglesia, por encima de cualquier avatar. Y si por el pago del IBI tiene que desembolsar un dinero, debe recortárselo en cualquier otra cosa, incluido el gasto litúrgico, por atender a los pobres. No en vano nuestro primer mandamiento es el amor. Y no en vano se nos juzgará no por las veces que vamos a misa, sino por los pobres, hambrientos, necesitados y enfermos a los que hemos atendido. "Tuve hambre y me dísteis de comer..."

En el fondo, Rouco es un pragmático realista, a la vieja usanza. Primero, se resiste como gato panza arriba a ofrecer el pago del IBI como gesto de solidaridad en estos momentos. ¿Por qué vamos a renunciar a lo que es nuestro por ley?, suele decir en privado. Y sólo lo hará, si le obligan a hacerlo. Con lo que se está ganando la animadversión de la gente y el cada vez mayor descrédito social de la institución. Porque lo que él dice y hace llega a todas partes, mientras que lo que hacen a pié de obra los voluntarios de Cáritas sólo lo conocen los necesitados.

La presión de los ayuntamientos es tan fuerte que Rajoy no tendrá más remedio que cambiar la ley. Y, entonces, la Iglesia tendrá que pagar como todo hijo de vecino. Pero volverá a quedar ante la gente como una institución avara y sin entrañas de misericordia. ¡Cuándo aprenderemos, Don Antonio, que la avaricia rompe el saco y que nuestra Iglesia o es samaritana (sin condiciones) o no es Iglesia de Cristo!

Además, a Cáritas no le conviene verse mezclada en estos fregados. Y, a la Iglesia, tampoco. Sobre todo, en plena campaña de marketing para que la gente marca su casilla en la declaración de la renta. ¿Nadie en la CEE hizo el cálculo de cuántas más cruces se marcarían, si la Iglesia se ofreciese a pagar el IBI, como gesto solidario? Parece que no.

José Manuel Vidal
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