Santidad, eche a los 'jabalíes' de la viña del Señor

Su testimonio es brutal, escalofriante, estremecedor. El calvario de Marie Collins, abusada por un cura, a los 13 años, en su cama del hospital. Su inocencia quebrada por un desalmado: "Los dedos que abusaban de mi cuerpo, los mismos que me ofrecían la hostia". Y su lucha, durante años y años, contra la depresión y en busca de justicia. Y se topó con la culpabilización y el encubrimiento más descarado por parte de las autoridades religiosas, incluido su arzobispo (habría que saber su nombre). "Tras denunciarlo, la prioridad del obispo era la protección del 'buen nombre' de mi abusador". Para qué insistir, lean el testimonio y saquen sus propias consecuencias.

Y es sólo un caso. De los 4.000 en los últimos diez años, que llegaron a la congregación para la Doctrina de la Fe. Por lo tanto, sólo la punta del iceberg. Pero un caso que deja en evidencia a los seminarios, a los curas, a los obispos y a la dinámica de encuebrimiento feroz que reinaba en todas partes.

El abusador de Marie Collins era un cura joven, recién ordenado. ¿Y los filtros del seminario? ¿Y sus superiores? Da asco, repugna, es absolutamente vomitivo. Los curas abusadores no son solo meras manzanas podridas, que también. No son solo pecadores, que también y más les valiera...Son auténticas alimañas. El zorro en el gallinero. Y con el consentimiento del dueño del gallinero. Pastores indignos, que escondían y tapaban a estos asaltacunas. Más aún, se atrevían a culpabilizar a las víctimas y a defender a los verdugos. El mundo al revés de una institución normativa, que imparte sin parar doctrina moral y a la que le confiamos nuestros niños desde su más tierna infancia.

Pero algo está cambiando en Roma. A marchas forzadas. Marie Collins habló ante cientos de clérigos, incluidos muchos obispos y cardenales. En la Gregoriana, en un simposio sobre los abusos, del que saldrán medidas nuevas para acabar con esta lacra. Es la cruzada del Papa-barrendero de Dios. Gracias a él, la Iglesia no sóllo ha instaurado la tolerancioa cero para los pederastas del clero, sino que, además, busca resarcir a las víctimas y prevenir (desde el seminario), para evitar que entren en la viña del Señor estos depredadores.

Que Dios le de fuerzas, Santidad. Y que no le tiemble el pulso. Porque sigue habiendo muchas resistencias en determinados jerarcas de la institución. Muchos porque están "pringados", al menos por omisión. Otros por seguir viejas inercias. Y hasta algunos, por una piedad mal entendida, se niegan a entregar a la justicia civil a estos depravados. Con el argumento de aquel cardenal colombiano, Darío Castrillón, de que un padre no denuncia a su hijo.

Limpie, Santidad. Eche fuera a los jabalíes de la viña del Señor y a sus encubridores, que son igual de culpables o peores. Que no puedan seguir utilizando el nombre de Dios en vano. Que no puedan seguir escandalizando a los más pequeños...

¿Por qué Roma es tan rauda en castigar y amonestar y expulsar a los teólogos que quieren avanzar nuevas explicaciones de la fe y tarda tanto en echar de su seno a estas alimañas pederastas? A baculazo limpio, Santidad. Cuenta, para eso, con el apoyo incondicional del pueblo de Dios. ¡Que se vayan al infierno!

José Manuel Vidal
Volver arriba