Soñé que los obispos iban a provocar un tsunami solidario

Está claro que, en la sociedad de la comunicación, la Iglesia (como la mujer del César), amén de ser caritativa y samaritana y compasiva y encarnada y a la escucha del sufrimiento del pueblo, tiene que parecerlo. Insisto en que lo es (al menos en sus bases y en algunas cúpulas), pero no lo parece ni lo demuestra ante la opinión pública. Para muestra, otro bótón. Hoy terminó en Madrid la reunión de la comisión permanente del episcopado, la máxima instancia entre Plenarias de la Conferencia episcopal. Los obispos estuvieron reunidos durante tres días. Y, al final de su reunión, los mensajes que lanzan a la sociedad son: un nuevo catecismo para niños, dos congresos pastorales y los presupuestos de la CEE. Ni una palabra ni un sólo gesto hacia la gente en crisis, a pesar de la que está cayendo.

¡Con lo fácil que seria redactar un pequeño comunicado con palabras de consuelo, de alivio, de denuncia y de esperanza! ¡Con lo fácil que tienen el gatillo para disparar comunicados, cuando de moralina se trata!

Preguntado el portavoz-maestro de esgrima dialéctica, sale con sus habituales piruetas, para no reconocer lo obvio. Primero dice que los obispos hablan continuamente de la crisis. ¿Ustedes los han oido? Porque si hablan (y me consta que algunos lo están haciendo), no se les oye públicamente, fuera de los circuitos cerrados de las sacristías.

En segundo lugar, aduce Camino que los obispos no sólo están interesados por la crisis, sino que la viven y la sufren. Y ayudan a paliarla con Cáritas. Y un minuto antes había presentado las cuentas de la CEE: Con unos presupuestos de 4.289.905 euros. Y con una partida para "conservación de edificios y gastos de funcionamientos" de 1.780.500 euros en los dos últimos dos años. Invertidos, según confesó el propio Camino, en la remodelación de la Casa de la Iglesia, con jardines, megafonía y grandiosa capilla de Rupnik incluida.

Y para rematar la faena, Camino concluye su "excusatio non petita", justificando el que los obispos no hayan dicho nada sobre la crisis, porque tienen que ocuparse "de las cosas específicas de la Iglesia". Como si lo otro (la crisis, sus causas y sus consecuencias) no fuese algo específico de la Iglesia. ¡No hay por donde cogerlo! ¡Y todavía le quedan dos años!

Un cura amigo, de los que se deja la piel con la gente me manda un email, que se explica por sí sólo. Dice así:

"Pensaba yo que la obligación de los obispos, en estos momentos en los que el pueblo sufre, llora y calla, era la de 'echarse al monte' de la crisis y convocar a una gran movilización general. Provocar un tsunami de solidaridad.

Pensaba que iban a invitar a todos los católicos (los de misa y los ocasionales) a ser mucho más solidarios con los que están sufriendo la crisis en sus propias carnes.

Pensaba que iban a salir diciendo que los obispos que los tienen van a habilitar sus palaciones para todos los sin techo que en ellos quepan.

Que los monasterios van a ofrecer alojamiento gratuito y, acaso, algún trabajo. Y lo mismo los conventos de monjas y de frailes. Y todas las parroquias del país. Y todas las innumerables obras de Iglesia.

Pensaba que iban a invitar a los cristianos de a pié a rebuscar en sus bolsillo y aguzar su creatividad: compartir el sueldo, ofrecer horas de trabajo, comprar en las tiendas pequeñas de los vecinos, conceder microcréditos, privarse de lo superfluo...

Y todo ello publicitado a los cuatro vientos, en una especie de toque a rebato mediático. Para que ningún católico (fiel, canónigo u obispo) pueda llamarse a andana.

Pensaba que iban a decir los obispos que si por algo se nos tiene que distinguir a los cristianos es por el amor. Como el buen samaritano. Y resultan que sólo han hablado de catecismo, de congresos y de sus propios y abultados presupuestos.

Y, una vez más pensé (que Dios me perdone), que ésta Iglesia española no es la Iglesia de Jesús".


José Manuel Vidal
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