Suspiro de alivio en Orihuela-Alicante

En los últimos meses, venía sonando con insistencia en los mentideros madrileños el siguiente rumor: "Todos los caminos de Camino pasan por Alicante". Un rumor que hasta confirmaban los amigos más íntimos del actual secretario del episcopado. Pero el rumor se quedó en eso. El Papa ha trasladado a Jesús Murgui de Mallorca a Orihuela-Alicante. Con un evidente y enorme suspiro de alivio en la diócesis alicantina, donde también daban por descontada la llegada de Martínez Camino.

Dicen en Mallorca los que lo conocen bien que monseñor Murgui es un obispo-párroco o un párroco más que un obispo. Le gusta más la labor pastoral directa y el estudio que el gobierno. Quizás por eso, en la diócesis balear, le reprochan que haya dejado el mando y el báculo en manos de su amigo y vicario general, Lluc Riera. Otros le achacan una excesiva timidez. Es probable que haya aprendido la lección: los obispos también aprenden.

Además, le será más fácil suceder en Alicante a Rafael Palmero que lo que le fue recoger el testigo de monseñor Úbeda en Mallorca. Con la lección aprendida, en una diócesis templada, a la que conoce bien (no en vano es también levantino), el moderado monseñor Murgui puede dar pastoralmente todo lo que lleva dentro.

Por su parte, a Martínez Camino se le cierra otra puerta de salida. Y no quedan ya, de aquí a un par de años, más vacantes que la de Mallorca, Madrid y Barcelona.

¿Está pensando Rouco en una jugada maestra, para colocar a su fiel "escudero" en alguna de las dos sedes cardenalicias españolas? En Madrid, no parece probable. Y, en Barcelona, menos. Hoy mismo me decía un sacerdote barcelonés con altas responsabilidades en la diócesis catalana que, si nombran a Camino para Barcelona, el clero y el pueblo se rebelarían. Como en la época de González Martín.

Parece claro que los sucesores de Rouco y de Sistach los nombrará directamente el Papa. En torno a esa cuestión se está jugando ya la "madre de todas las batallas eclesiásticas". Con resultado incierto. Al menos, por ahora. Y eso que el cardenal Rouco se está empleando a fondo. Y ya se sabe que, cuando el Cisneros español moderno juega, casi siempre gana. Si vuelve a ganar, en esta ocasión, nombrando a uno de los suyos para Madrid (Asenjo, Pérez, Sanz...) y no digamos para Barcelona (Saiz, Catalá...), habrá que rendirse a la evidencia y confesar humildemente que es el que más y mejor "susurra" a los oídos de Benedicto XVI. Quizás porque lo puede hacer en alemán.

Descartado para Madrid o Barcelona, a Camino sólo le queda Mallorca, una secretaría o subsecretaría de algún dicasterio romano o esperar un imponderable. O un premio de consolación del cardenal de Madrid antes de irse. Aunque hay quien dice que Rouco nunca premia a sus amigos. Y ponen ejemplos a montones...

José Manuel Vidal
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