¿Un baculazo con marcha atrás?

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, es un prelado preparado, con personalidad y que no deja a nadie indiferente. Un obispo franciscano y, como tal, cercano, buen escritor, amable y dialogante. Pero también es un franciscano reciclado en Comunión y Liberación. Y eso, a mi juicio, lo escora hacia el autoritarismo y el celo doctrinal excesivo. Por eso, cuando en su alma franciscana predomina el cariz cielino suele pasarse y tomar decisiones drásticcas y equivocadas. Como la de vetar la celebración de las Jornadas de la Fere en su diócesis.

Le sucedió ya mientras estuvo al frente de la comisión episcopal de Vida Consagrada. Quiso meter en "su" vereda a los religiosos y religiosas, pero éstos no se dejaron. Y, durante años, los obispos (monseñor Sanz, sobre todo) y la Confer mantuvieron las espadas en todo lo alto. Fue salir Sanz de la comisión, ponerse al frente de ella el obispo de Santander, VIcente Jiménez, y las aguas volvieron a su cauce.

Don Jesús es un obispo intelectualmente bien preparado y conoce el paño religioso (por franciscano y por haber sido presidente de la comisión de Vida consagrada) como nadie. ¿A qué viene, pues, su baculazo? Porque lo que está diciendo, a voz en grito, con él, es que el dominico José Antonio Solórzano, la dominica Lucía Caram o el sacerdote de jaén y director de Vida Nueva, Juan Rubio, no son de fiar. Y eso me parece mucho atrevimiento. Más aún, un pecado o un delito moral, que no debería pesar sobre la conciencia deun obispo.

¿Es que son herejes? ¿En qué, quién les ha declarado como tales, por qué, en base a qué proceso...? ¿Es que no profesan la sana doctrina o es que, simplemente los religiosos y el sacerdote discrepan en algunos temas menores, accidentales y, por lo tanto, sometidos al sano pluralismo de la libertad de opinión?

¿Cómo es posible ponerle una cruz a Sor Lucía Caram, convertida, desde hace años, en un icono de la solidaridad, independientemente de que se declare catalanista o que pida unamayor presencia de la mujer en la Iglesia? ¿Cómo es posible vetar la presencia de Juan Rubio, el director de Vida Nueva, un sacerdote moderado, centrado y ecuánime, que dirige con mano firme y rumblo claro la prestigiosa revista de PPC-SM?

No logro entender qué le ha pasado a monseñor Sanz. Porque con su baculazo no sólo pone en entredicho a los ponentes, sino también a la institución organizadora: Escuelas Católicas. Una institución de máxima solvencia y que realiza una encomiable labor educativa y social. ¿Quuién es Don Jesús para poner en entredicho el "católicas" de las Escuelas Católicas, por su cuenta y riesgo y sin tener en cuenta a los demás obispos? Y, para colmo, sin dar razones, al menos públicamente.

Un baculazó así sólo sería de recibo si la Iglesia redujese al estado laical al dominico Solórzano, a la dominica Caram y al sacerdote jiennense, Juan Rubio, por gravísiams razones personales o doctrinales y después de sus correspondientes procesos canónicos. La Iglesia tiene leyes que ni los propios obispos se pueden saltar a la torera. O si la Conferencia episcopal proclamase públicamente que Escuelas Católicas había dejado de ser un organismo eclesial. Y como eso nadie lo hizo, tampoco debería hacerlo Don Jesús. A no ser que quiera ser más papista que el Papa. O salir en los medios, como el nuevo Don Pelayo de la cristiandad.

Y, por último, con su baculazo, Don Jesús pone en un brete a los demás arzobispos y obispos en cuyas diócesis se van a celebrar las jornadas de la Confer. ¿Qué va hacer, ahora, Barrio, Rouco, Iceta, Ureña, Asenjo, Osoro o Blázquez? Si toman la misma decisión que el arzobispo de Oviedo caerían en sus mismos errores. Si no lo hacen, dejarán a Sanz en evidencia y estarán reconociendo, de facto, que se ha equivocado y que se ha pasado más de cien pueblos.

Don Jesús, todavía está a tiempo de reconocer humildemente, con humildad franciscana, que se ha equivocado. Y corregir su error. No se deje llevar por los cantos y los halagos interesados de sus palmeros. Pregúntese sólo qué haría San Francisco o el propio Jesús que hace salir el sol para buenos y malos...

No se ponga a la altura de los talibanes. Ni su categoría personal y episcopal lo soportaría ni su archidiócesis lo merece. Tiene usted la suficiente personalidad y el necesario arrojo evangélico para reconocer su error y dar marcha atrás en su decisión. Y reconocerlo humildemente. Con saco y ceniza, como el hermano Francisco. Y muchos, muchísimos en su diócesis y en la Iglesia española se lo agradecerán. Y las palmas de sus palmeros interesados se volverán silbidos. ¡Buena señal, Don Jesús!

José Manuel Vidal
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