Las lecciones del Calixtino

El Códice Calixtino ha vuelto a su casa. Con suerte, pero ha vuelto. Los propios policías hablan de "chapuza" y llaman "Torrente 5" al expediente del Códice. Sea como fuere, hay que alegrarse con la Iglesia compostelana por haber recobrado una de sus "joyas". Y, como dicen los del Opus, hacer del limón limonada. Es decir, extraer las lecciones oportunas, que ayuden a aprovechar las sinergias positivas del caso y evitar las fallas que condujeron a él.

Quedan todavía cabos sin atar, que, sin duda, irán saliendo los próximos dias. El Códice es noticioso a nivel planetario y cualquier cosa que sobre él se escriba dará la vuelta al mundo. De ahí que, en la sociedad de la globalización mediática, mi consejo a la querida archidiócesis metropolitana de nuestra tierra sea la máxima transparencia.

Informar y explicar cualquier detalle o resquicio de duda que se hayan provocado o puedan suscitarse entre los periodistas o en la opinión pública. No ocultar, no dar la callada por respuesta. La archidiócesis de Compostela cuenta, además, con los mimbres adecuados para hacerlo con solvencia: Un arzobispo, Julián Barriuo, humilde, serio y amigo de la verdad; una oficina de información bien engrasada; un cabildo de altura, y un canónigo archivero, Segundo Pérez López, que pasa por ser uno de los sacerdotes mejor preparados y con mayor dotes intelectuales, personales y comunicativas del clero gallego.

No quiero que parezca que le estoy poniendo "deberes" a Don Segundo (¿quién soy yo para hacerlo?), pero el archivero de la catedral compostelana tendrá que explicar, por ejemplo, con su habitual capacidad didáctica, y responder a una serie de preguntas sobre los dineros que entran y salen de la catedral. Porque, si el ex electricista fue capaz de robar casi dos millones de euros, ¿cuántos millones entran en el templo del Apóstol? Da la sensación, visto el tema desde fuera, que entran en la catedral compostelana, meta de peregrinaciones, ingentes sumas de dinero en forma de donaciones. Dinero de donaciones por las que la Iglesia no está obligada a pagar impuestos, pero sí a declararlos. ¿Es tanto el dinero que ingresa el templo como parece? ¿Cuánto se ingresa, cómo, a dónde va, qué se hace con las donaciones...?

Si el arzobispado no aclara (cuanto antes) esta cuestión, siempre quedará una zona de sombra sobre sus cuentas. Como estoy seguro de que la catedral compostelana no tiene nada que ocultar, aclárelo. Y con celeridad. Antes de que se consolide en el imaginario popular la idea de una catedral con casi tantos ingresos como el imperio del también gallego Amancio Ortega, dueño de Zara.

Tras aclarar las cuentas, el canónigo archivero tendria que tranquilizar a los fieles y a la opinión pública española sobre la seguridad del patrimonio de la catedral. Asegurarnos, con datos y hecho, de que un caso así no volverá a ocurrir. Porque se ha aprendido la lección y se han tomado o se están tomando las medidas adecuadas para evitarlo.

Y, por último, Don Segundo y, con él, todo el cabildo catedralicio, debería poner en marcha un plan de marketing especial sobre el Calixtino. Aprovechar el "tirón" de un caso que ha convertido al Códice en una estrella mediática planetaria. "Venderlo" en todo el mundo. Como un aliciente más (y de peso) para visitar Compostela. Se pueden multiplicar, con el Códice, las visitas culturales al templo del Apóstol.

Conociendo al cabildo catedralicio compostelano, estoy seguro de que pondrá en marcha no sólo éstas sino otras muchas medidas de conservación y revalorización de su inmenso patrimonio. Conociendo por dentro el universo de la ocmunicación, sólo le pido que lo hagan cuanto antes. Antes de que se solidifiquen los clichés negativos. Cuenta con todo nuestro apoyo, Don Segundo.

José Manuel Vidal
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