Los paraguas del cardenal de Valencia
La originalidad del paraguas -diseño aerodinámico de la premiada marca holandesa Senz- estriba en que su forma no es la clásica del casquete oval con sus varillas simétricamente iguales, sino cortas delante, más cortas a los lados y largas atrás, para proteger las espaldas de la lluvia. Como un irregular casquete hexagonal. Y en esta protección de las espaldas radica precisamente su ventaja sobre los tradicionales; aunque también conlleva el inconveniente de no admitir compañía, ni a uno ni otro lado de su portador, bajo el mismo techo impermeable ya que son cien por cien individuales.
Pero lucen otra exclusiva señal que los distinguen de todos los demás de su clase; y es que, en el centro frontal de su techo obscuro, resalta grabado en blanco y de tamaño regular las armas cardenalicias de su eminencia: capelo con cordones pendientes de quince borlas, campo y leyenda sobre la cruz arzobispal. Y en cuanto al tapabocas, el mismo eclesiástico y principesco blasón bordado en rojo sobre negro.
Se trata de dos muy estimados regalos por los destinatarios, que no gozaría de mayor pública relevancia si no fuera por la coincidente noticia que recientemente se han encargado de difundir los medios de comunicación, especialmente valencianos, sobre la sustitución de nuestro cardenal prelado. Por el canónico imperativo de su más que cumplida edad.
Lo cierto es que, en esto del nombramiento de obispos y de su sustitución, ni a los propios interesados la Nunciatura Apostólica les permite entrever los resultados hasta ser confirmados por Roma. ¡Cuánto menos a los profanos! Por más que se crucen y barajen nombres, se analicen currículos. Ahora bien, lo que parece seguro es que Valencia, al no constituir una sede cardenalicia tradicional y arraigada sino propiamente arzobispal, tardará en volver a tener cardenal. Motivo por el que este regalo navideño puede tener la doble lectura: de un nostálgico recuerdo para sus eclesiásticos receptores, o la de una elegante reivindicación por parte del generoso donador.
J.Antonio Domenech (Las Provincias)