El más turbo de los turbosantos

Ayer se cumplió un año de la beatificación del Papa Magno. Los que tuvimos la suerte de estar esos días en Roma pudimos comprobar en carne propia el inmenso tirón que sobre los fieles católicos (de todo tipo y condicion) sigue provocando el Papa Wojtyla. Es el Papa de varias generaciones. Y sus imágenes y sus gestos (fue el primero en tantas cosas...) siguen en la retina del mundo. Habrá que ver cómo perdura y se mantiene a lo largo de los años, con el poso del tiempo. Habrá que ver cómo envejece.

Apenas apagados lo ecos de la beatificación, ya se comienza a hablar de la canonización. Con poco más de un año entre ambos procesos. Y ya decenas de posibles "milagros". Fue el beato más rápido de la Historia de la Iglesia. Y hay quien quiere que sea el más turbo de los turbosantos.

¿A qué viene tanta prisa? ¿Lo necesita Juan Pablo II, lo necesita la Iglesia? ¿Por qué tanta prisa para algunos y tanta lentitud para otros, léase monseñor Romero? Alguien podría pensar que las prisas se deben a un intento mal disimulado de querer blindar la figura del Papa polaco. ¿Por qué, ante qué? Es cierto que, durante sus 25 años de pontificado, hubo momentos de gloria y otros cuando menos oscuros: Orlandi, Tornay, Marcinckus, Ior, Calvi y Marcial Maciel, entre otros.

Si nada de eso puede salpicar al Papa Wojtyla, ¿a qué viene tanta prisa? ¿No sería mejor evitar los agravios comparativos?

"Lo pide insistentemente el pueblo de Dios", dicen algunos. Y es verdad. Pero también lo pide para San Romero de América y su causa sigue embarrancada en las oficinas curiales. La sempiterna doble vara de medir. Algunos solo atienden al 'sensus fidelium' cuando les conviene. ¿Santo Wojtyla? Con calma. ¿Beato Romero? Ya.

José Manuel Vidal
Volver arriba