ADOLESCENTE QUE SONRÍE, Y MÁS...

Recuerdo que de joven me aconsejaba un educador: "Eres demasiado serio; te cuesta sonreír. ¿Te has mirado alguna vez al espejo? Haz la prueba; verás cómo logras dar a tu semblante gesto acogedor, intenta sonreír". Se me ocurrió hacer tal y como me aconsejaba mi educador, y acudí a ensayarme al cuarto de aseo. Fue un enfrentarme conmigo mismo. Al verme reflejado en el espejo, me eché a reír. ¡Ya se había roto el tabú! Desde entonces comencé el aprendizaje de uno de los resortes de mayor humanidad: la sonrisa. ¡Cuántos corazones conquista una sonrisa abierta y franca!


Es preciso completar en todo momento la formación humana del adolescente comenzada desde la misma infancia. Enseñadles a sonreír, a acoger a los demás con rostro agradable; también estos detalles son de gran importancia. Mucho tiempo ha costado aprender esta lección a algunas personas.

Honor Y Personalidad

El honor y la personalidad son cualidades que el adolescente admira y desea para él; pero ignora que cuesta conseguirlas. Por eso es necesario crear en ellos la constancia, esa virtud que implica tanta fortaleza. Hemos de confiar en el muchacho; si desconfiamos, difícilmente podrás demostrarnos que es una persona de honor. Y si nosotros no cumplimos la palabra dada o somos sorprendidos en mentira, estamos creando un ambiente nada propicio para el desarrollo de la honradez.

A veces nuestros adolescentes entienden mal la personalidad; la confunden con la terquedad; con el ser cada uno tal y como le sale de dentro, sin respeto humano, sin que le importe nada qué pueden pensar de él los demás. Por todo esto, es muy útil dialogar con ellos sobre el tema. Hacerles ver que la personalidad, sí es vencer el respeto humano, pero además unas cuantas cosas más: ser bueno, acogedor, lleno de voluntad y de ternura, emprendedor, dinámico, valiente, constante... y dentro del contexto evangélico. Ser uno mismo, sí, pero sin salirse de la ley de Dios, del servicio del prójimo y de la convivencia universal.

¿En Quién Apoyarse?

Llegan intermitentes los momentos de crisis aun en las familias de mejor voluntad y de formación más esmerada. No disgustarse. El hijo volverá; dejadlo. Necesita rumiar en la soledad sus pensamientos; busca simplemente un apoyo humano, pero sin resultado. Es el momento de encontrarse consigo mismo y con Dios. ¡No son nuestros los hijos; son de Él! Nosotros les estamos enseñando a volar; no podemos pretender hacerlos a nuestra imagen y semejanza. Cada uno es cada uno.

Por otra parte, va naciendo el amor: tal vez la chica esté soñando con el príncipe que la hará feliz; y el muchacho, con la dama de sus pensamientos. No son los hijos para vivir siempre en el hogar paterno. Nosotros, los mayores, un día también lo abandonamos.

Ejercicios Espirituales

En los primeros años de bachiller o formación profesional, sería muy bueno que los estudiantes católicos participaran en unos Ejercicios Espirituales en completo retiro; pueden éstos orientar su vida. Hemos de tener en cuenta que, para la recta formación religiosa, no basta la sola influencia de la familia; es necesario abrirse a otros grupos. Al constatar el adolescente que no es él sólo quien desea vivir de la fe, que otros muchos compañeros lo pretenden igual que él, se estimula. Pero elegid una tanda con un buen director.

José María Lorenzo Amelibia

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