Bajó Jesús a mi alma pecadora;
¡Mis ojos no te ven: te adoro y amo!
¡Tú eres para mí, luz y aire sano!
¡Tus manos siempre son perdonadoras!
Calma, Señor, mi sed devoradora;
Que sacie sólo en ti su amor humano.
De ahora y para siempre, los dos vamos
A repartir el agua salvadora.
El templo y tus altares, mi ilusión.
Allí, junto al sagrario está la fuente:
Su líquido deleita el corazón.
Brota pura la celestial corriente
De entrega, dinamismo y bendición.
¡Solaz, aliento, y vida permanente!
José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com
Mi blog: http://blogs.periodistadigital.com/secularizados.php
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia2
Mi cuenta en Twitter: https://twitter.com/josemarilorenz