Querido amigo: ¡Cuántas veces hemos aspirado a la perfección!: meditaciones de nuestra juventud, pláticas, ejercicios, ratos de oración... Después este ideal se ha ido tiñendo de nubes. Lo cierto es que todos estamos llamados a altos grados de santidad. Es verdad: Dios a algunos les ha predestinado a mayor perfección, pero esto no ha de ser obstáculo para nuestra falta individual de entrega generosa. De hecho, podíamos haber correspondido mejor a la gracia y tal vez nos vamos quedando atrasados, como alumnos eternamente repetidores. Nuestro objetivo y propósito del verano podía consistir en desear a Dios, aspirar la perfección. Nuestra ilusión va ser grande. El Señor nos va ayudar. Un abrazo y unidos en fe y oración: José María Lorenzo
José María Lorenzo Amelibia
Te recomiendo mi página web http://personales.jet.es/mistica