En un cursillo de informática me tocó por compañera una maestra recién jubilada. La veía con ilusión de profundizar en el mundo digital, a pesar de que sus conocimientos eran muy escasos. A lo largo de los días fuimos llegando en nuestras conversaciones a temas personales:
“Hace tres años perdí a mi marido – me decía la señora –. Mientras todavía yo continuaba en la docencia, mantenía a flote el ánimo, aunque con dificultad. Al llegarme el tiempo de la jubilación, poco a poco fui cayendo en un estado de gran ansiedad y angustia. En septiembre, sin ganas pero como último recurso, me decidí a estudiar una carrera universitaria que siempre me había subyugado, pero nunca había dispuesto de tiempo, Bellas Artes”.
El caso de Rosa – mi amiga de informática – es compartido por muchas personas de la tercera edad. Para ellas el estudio es fuente de alegría, de cultura, de entablar conversación con personas cultivadas. Las aulas del campus de setenta y cinco universidades nunca se vacían. Cuando cientos de alumnos jóvenes salen por una puerta, entran muchas decenas de estudiantes que podían ser sus abuelos. En España se sobrepasa el número de veinte mil de estos alumnos mayores.
Decía un señor de casi setenta años: “Aquí se viene por el placer de aprender; para renovar estudios. Cambian los métodos y las técnicas en la adquisición de conocimientos. Al final nos dan nuestros títulos y diplomas que nos llenan de orgullo”.
Los planes de estudios para mayores duran entre dos y cinco años. Las asignaturas más elegidas son: Historia, Arte, Filosofía, Literatura, Psicología, Sociología y Religión. Normalmente son cinco horas de clase semanales, repartidas en dos días. “Estos hombres y mujeres conjugan su amplia experiencia vital con la adquisición de conocimientos teóricos”, explica Paloma Molina, Directora de la Universidad para Mayores de San Pablo CEU.
Siempre hemos señalado como método óptimo para sanar de enfermedades mentales de tipo depresivo, la terapia ocupacional, y en concreto el estudio dentro de un grupo.
Es agradable pensar que muchas de las personas mayores estudian religión, profundizan en la Sagrada Escritura y otras disciplinas del área de Ciencias Teológicas. Los profesores dicen que para ellos es un lujo dar clase a estos alumnos, porque se establece en estas aulas una relación muy distinta. Además plantean cuestiones de gran interés. Una manera muy hermosa de mantener el alma despierta y con ilusión cristiana.
José María Lorenzo Amelibia
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