Han pasado muchos años. Viven hoy poquísimas personas de aquellas que pueden recordar el Congreso Eucarístico mundial que se celebró en España durante el primer tercio del siglo XX. Ha transcurrido, sí, mucho tiempo, pero seguimos disfrutando de la letra y música de aquel himno eucarístico: "Cantemos al amor de los amores; cantemos al Señor; ¡Dios está aquí! Venid adoradores; adoremos a Cristo Redentor..."
Cada vez producen en mi alma mayor impresión, cuando me hallo ante la custodia, estas palabras: "Dios está aquí". Tres vocablos arrebatadores; cautivan mi ser entero con el estremecimiento de lo divino. Nuestro Dios, aunque en figura de pan, se encuentra entre nosotros. ¡Disfrutamos del cielo en la tierra!
¡Dios está aquí! Sabedlo quienes os reís de nuestra fe y despreciáis nuestro sentimiento de adoración: el Creador de las estrellas y planetas; el ordenador del universo; el santo de los santos, perfección eterna, habita en nuestras iglesias; es alimento de nuestras almas; ha bajado del cielo, y está aquí, envuelto en blancas especies. Sabedlo, espíritus del mal, que deseáis arrastrar nuestras almas hacia las tinieblas del pecado.
¡Si Cristo está entre nosotros, ningún mal temeremos! La muerte ya no se viste de negro. Mi fe supera las fronteras de la miseria, y comprende a los santos que, muriendo, reían, porque comenzaba su gozo eterno.
Bendita sea la hora en que los labios de Jesús pronunciaron las palabras más hermosas, después de la primera Misa de la Historia: "Haced estos en memoria mía". Desde entonces El está con nosotros hasta la consumación de los siglos.
Es preciso ahora vivir entusiasmados con su presencia y cercanía.
José María Lorenzo Amelibia
Te recomiendo mi página web http://personales.jet.es/mistica
Más de mil artículos del autor sobre enfermos y debilidad en http://opina2000.com