El Corpus tiene sigue vivo Corpus del 2022 en Vitoria “Todos los pueblos batid palmas”
Crítica - Actualidad
| José María Lorenzo Amelibia
Corpus del 2022 en Vitoria
“Todos los pueblos batid palmas”
Catedral Nueva de Vitoria
Después de dos años de pandemia, ha llegado de nuevo la fiesta del Corpus en mi ciudad. Acababa de pasar la ola de calor, y con una temperatura de 27 grados, salía la procesión de la Catedral Nueva. Se escuchaba a lo lejos la banda de música interpretando melodías eucarísticas. Una procesión de minorías, pero con fe.
Este año no he podido acompañar al Santísimo como en épocas pasadas; mi minusvalía senil me impide el camino normal y he de hacerlo con lentitud, apoyado en un andador. Marchaba yo paralelo a la procesión por la acera derecha; veía la custodia, el ambiente de los fieles y el de la calle. La gente estaba animada, disfrutando del calor suave. La policía municipal ha detenido durante breves minutos al tranvía para dejar paso a la procesión poco numerosa.
Gente, mucha gente, pero en las terrazas: comiendo rabas y bebiendo blancos, vermuts y cervezas. Ni uno solo de los que estaban de espalda ha vuelto la cabeza a ver qué ocurría. Quienes podían contemplar el evento porque lo tenía frente a sí, tampoco hacían caso: alguno echaba un vistazo, y ¡a lo suyo! Y así, todo el trayecto. Por la acera también pasaban bicis, coches con bebés, gente con sus asuntos. A ninguno parecía interesar lo que ocurría. La indiferencia, casi total. Un reducido número de personas, sí, se había apostado en la orilla con fe en el Sacramento.
Yo miraba después a la procesión. Seguía a Jesús en una de las bellas custodias españolas. Detrás marchaban dos sacerdotes y el obispo monseñor Elizalde en el centro. Todos fervientes, mirando a Cristo, llenos de fe. El mundo sigue. El rumor de los indiferentes casi cubría la belleza musical. Cuando hemos llegado a la plaza de la Virgen Blanca han sonado con fuerza las campanas de los templos; y ahora, sí, ha dejado de oírse el ruido de la indiferencia.
Los prestes y los pocos clérigos asistentes, miraban devotos al Señor. La plaza de España iba a ser el momento cumbre de la manifestación eucarística. En el centro se ha detenido la custodia. Alguien hablaba con un altavoz, pero nada se podía entender. El ruido de las terrazas, tapaba cualquier otro sonido. Nadie hacía caso. Me he acercado todo lo posible al grupo de la manifestación religiosa; ahora sí: he oído la voz de una mujer que, al parecer dirigía algunas peticiones al Santísimo Sacramento. Las campanas hacía un rato habían cesado: respetuosas querían que se escucharan las moniciones, la oración, suplicante del escaso pueblo ferviente. Pero el murmullo del aperitivo impedía todo rumor oracional.
En la Plaza de España
Con solemnidad, fervor y unción, monseñor Elizalde ha tomado la custodia. Subido a un podio de cuarenta centímetros ha impartido una bendición pausada y solemne con Jesús en la custodia. Y aquí ha cambiado todo: el escaso número de asistentes ha prorrumpido en aplausos, sí, con la fuerza de una minoría; porque reconocemos que somos minoría; y el aplauso no ha cesado en todo el recorrido de regreso. Y ha continuado en la catedral y se ha intensificado en la bendición final con el Santísimo Sacramento. Al señor Obispo se le ha visto emocionado, ha agradecido a todos, ha recogido el aplauso prolongado y pienso que lo ha guardado en su alma y ha sido para él un estímulo que va a servir para intensificar el gran fervor y amor – que ya lo tiene – a la Eucaristía.
Y es que una diócesis, una parroquia y toda nuestra vida cristiana han de estar centradas en la Eucaristía. Que no vengan a decirnos que la procesión del Corpus no es litúrgica, o que en este día lo importante es compartir nuestros bienes, dar dinero a los pobres, entregar nuestras vidas al servicio de los necesitados. Se puede hacer todo esto, pero siempre con agradecimiento a Jesús que se ha quedado con nosotros en la Eucaristía. Y esta procesión es manifestación de nuestra fe.
Es necesario que los obispos, sacerdotes y cristianos comprometidos la preparen con mucho tiempo. Es preciso motivar a todas las parroquias y a todas las asociaciones católicas. Es preciso en este día copar el ambiente y las calles con nuestra oración, con nuestros aplausos.
Procesión del Corpus de Vitoria 2022
Que el Corpus no es una antigualla; que fue creada esta fiesta por el papa Urbano IV en el año 1264; que durante casi ocho siglos ha sido una manifestación de nuestra gratitud al Señor que nos alimenta y da vida. Que Jesús merece ser paseado por las calles, para ser adorado, reconocido, aplaudido por todos los creyentes. Vemos por las calles manifestarse a gente casi a diario. Incluso en algunas regiones ponderamos las manifestaciones de fe en la pasión del Señor todos los años en la Semana Santa. Y esta debiera ser nuestra gran manifestación cristiana, unidos a la Eucaristía. Que para algo se ha quedado con nosotros hasta la consumación de los siglos.
Una de nuestras conclusiones en este día es que no hemos de echar ninguna culpa a los incrédulos e indiferentes, la culpa la tenemos los cristianos mediocres, que por desgracia podemos ser la gran mayoría. Hemos hecho, sí, muy bien asistiendo a esta gran manifestación de fe. Y nuestro propósito firme debe ser aspirar en serio a la santidad para que el mundo vuelva a los cauces de la fe y el amor. Así lo exige la gloria de Dios.
“Todos los pueblos batid palmas, aclamad a Dios con voz de júbilo” (Salmo 47,2)
Josemari Lorenzo Amelibia
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