Hans Küng ¿sí o no?

Nadie duda de la gran labor que el teólogo Hans Küng ha hecho en la Iglesia. Quienes leíamos sus primeras obras en la década de los setenta, “Ser cristiano”, “¿Existe Dios?” , “Libertad del cristiano”, “¿Infalible?”, “La Iglesia”, (y otras, apreciamos el esfuerzo que este hombre inteligente hacía para acercar la fe a mentalidades distintas de las clericales. Tal vez no haya sido comprendido este sabio por la mayoría, y a muchos nos dejó perplejos. Pero todos lo apreciamos como hombre de fe, de Dios y como un gran teólogo.


Benedicto XVI, compañero de fatigas en aquellos tiempos heroicos, le ha dado alguna muestra de predilección, y el cerrojazo del vaticano no ha llegado a candarse.

Hace pocas semanas publicó Hans Küng una carta abierta al Papa.
Y porque es un teólogo con mucha fe y con gran preocupación por el Reino de Dios, le decía: “Estoy motivado por mi profundo interés por la Iglesia, que ahora se encuentra en la peor crisis de credibilidad desde la reforma protestante”. Impresiona esta afirmación tan realista como ponderada.

“Mis esperanzas – dice - y las de los católicos que esperan que el Papa encuentre su manera de promover una renovación de la Iglesia y un acercamiento ecuménico en el espíritu del Concilio Vaticano II no han sido, lamentablemente, satisfechas”. “Su pontificado ha dejado pasar más oportunidades de las que ha tomado:

- Ha reforzado de manera activa las fuerzas anticonciliares en la Iglesia, designando a funcionarios reaccionarios en puestos clave en la curia y designando obispos reaccionarios en todo el mundo.

- La revelación de que clérigos abusaron de miles de niños y adolescentes en todo el mundo, y el manejo de estos casos ha dado lugar a una crisis de liderazgo sin precedentes y al colapso de la confianza en el liderazgo de la Iglesia.

Estas dos afirmaciones del Teólogo hacen pensar; y deben hacer pensar no solo al Papa, sino también a quienes le rodean en la curia vaticana y a los cardenales de confianza del resto del mundo. No deben hacer oídos sordos.


Y da Hans Küng algunas sugerencias:


- No se queden callados

- Empiecen la reforma: todos pueden hacer algo para renovar la Iglesia en su propio círculo de influencia. Muchos de los grandes logros que han ocurrido en parroquias individuales y en la Iglesia en general deben su origen a la iniciativa de un individuo o de un pequeño grupo. Como obispos, deben promover y apoyar esas iniciativas.


- Actúen en un modo colegiado:
Contra la persistente oposición de la Curia, el Concilio Vaticano II decretó la colegiatura del Papa y los obispos. En la era postconciliar, sin embargo, el Papa y la Curia han ignorado este decreto. Apenas dos años después del concilio, el papa Paulo VI publicó su encíclica defendiendo la controvertida ley de celibato sin consultarle a los obispos en lo absoluto. Desde entonces, la política y el magisterio papal han seguido actuando de esa antigua e incolegiada manera. No deben actuar solos.

- La obediencia incondicional se debe solo a Dios

- Convoquen un concilio: O al menos una asamblea representativa de obispos.

- En esta situación urgente, los ojos del mundo giran hacia ustedes. Innumerables personas han perdido su confianza en la Iglesia Católica. Solo reconociendo abierta y honestamente estos problemas y resolviéndolos y realizando reformas, la confianza puede ser recuperada.
Estas son las indicaciones y sugerencias del gran teólogo.


Personalmente, mis simpatías por este hombre de Iglesia. Es hora de que desciendan de su torre de marfil los dirigentes eclesiales, de que no practiquen todo con la camarilla, de que hagan algún caso a estos grandes del saber y del pensar.

Es hora de que dejen de nombrar a tantos y tantos obispos ultraconservadores, que están llevando a la Iglesia hasta tiempos anteriores al Vaticano I.

Es hora de que hagan algún caso a la “oposición” eclesial; porque aunque en materia de fe, nada se pueda cambiar, sí es posible hacerlo en cuestiones de Derecho Canónico.


Es hora de que no se reserve el Papa, como lo hizo Paulo VI, el problema del celibato, y menos aún después de la poca credibilidad que le han otorgado tantos y tantos clérigo…

Es hora de mucho más, y también es cierto de que se ha pasado la hora. Pero nunca será demasiado tarde, si algo positivo se consigue.

Que cada uno juzgue si deberían admitirse las sugerencias de Hans Küng. Según mi manera de pensar, sí.

José María Lorenzo Amelibia

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