Hace unos meses envié al Vicario General de Vitoria una carta con este título: "Id preparando el día Corpus". Esta misma epístola la había mandado en distintos años al obispo. En ellas les sugería que se potenciara la procesión del Corpus; la manifestación religiosa pública más importante del año.
El Pueblo fiel creo que lo está deseando. Y hablaba de pasquines en las iglesias, cartas a las escuelas y comunidades parroquiales, anuncios en la prensa, cuñas en la radio… Incluso visitar las parroquias y colegios diocesanos para animar a tal evento en estos tiempos en que la fe parece eclipsarse.
Este año, 2012, me había parecido que todo iba a cambiar. En distintas parroquias he visto pasquines en los pórticos con la invitación a la procesión. Habían cambiado de lugar. De la catedral nueva, medio bloqueada por el tranvía, han traslado la fiesta a la parroquia de San Pedro. Pero mis esperanzas han sido truncadas por la realidad.
El recorrido de la procesión se ha limitado a 350 metros escasos. Los asistentes, los mismos que el último año: menos de cuatrocientos. Muy pocos para una ciudad de 240000 habitantes. El recorrido estaba, sí, bien ambientado por la megafonía y el fervor de quien dirigía los cantos y la oración. Pero no se ha utilizado la custodia artística diocesana de gran valor. Formando yo parte del pueblo, no llegaba a distinguir dónde estaba Jesús. Veía delante de mí unos diez sacerdotes; todos ancianos, menos uno. Al final, a duras penas he podido observar un poco la custodia, portada por el Obispo. El Santísimo apenas se vislumbraba por encima de las cabezas.
Algo falla en mi querida diócesis, porque el Amor de los Amores, nuestro gran misterio de fe, languidece entre nosotros. Difícilmente encontraremos en el mundo mayoritariamente católico una ciudad con un Corpus tan pobre. Nuestro “amor propio cristiano” se resiente avergonzado.
Necesitamos líderes religiosos con más fervor y entusiasmo. Un obispo que anime a los párrocos y colegios de la Iglesia también en este aspecto de manifestar la propia fe en público. Nos quejamos mucho de nuestros tiempos de fe lánguida. Pero en lugar de lanzarnos con la frente bien alta, con gran amor a Dios y al prójimo ofreciendo nuestra vivencia gozosa trascendencia, nos recluimos en las sacristías; o perdemos el tiempo en reuniones estériles porque nada producen.
Se comenta que el próximo obispo de Vitoria será el joven Juan Antonio Aznárez, elegido como obispo auxiliar de Pamplona el último 9 de junio, será dentro de un par de años el sucesor de Mons. Asurmendi, ya anciano. Y dicen que Aznárez es un santo. Esperamos que cuando venga a Vitoria, dé una removida total al clero de aquí, como verdadero amante de Jesús Eucaristía. Y es que para transformar a un Pueblo, es necesario hacerlo por la Eucaristía, como lo hizo el beato Mons. Manuel González.
Y... una gran esperanza: En Vitoria hace un año largo se inauguró la adoración permanente a Jesús Eucaristía, junto a la iglesia de San Antonio. Es la gran semilla que germinará en frutos de amor a Jesús y a nuestros hermanos.
José María Lorenzo Amelibia
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