Obispos Centrarnos en el espíritu

La vida pasa. Hicimos el don total de nuestra persona a Dios. ¡Cuando la luz se aleja, ¡qué duro resulta todo! Y es fácil caer en la tentación de la distracción con tanta cosa agradable y relajante que nos rodea. Pero Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Nosotros cambiamos porque nos cansamos, porque la luz de nuestra primera conversión se hace más débil con la lejanía en el tiempo.



Hemos renunciado al matrimonio para entregarnos del todo El, para ser testigos del Reino, de la vida eterna ante un mundo, para darnos sin reservas. Pido a Dios que no vayamos ahora cogiendo migajas de este siglo. Hemos de animarnos unos a otros con nuestro testimonio. Dios existe. Nos ama y quiere seguir dándose a nosotros, a cada uno como en los mejores tiempos. Pero hemos de ponernos "a tiro" y dedicar una hora por lo menos, sin otro quehacer a la oración y lectura de libros de espiritualidad. Entonces volverá nuestra palabra a hacerse cálida y nuestra acción a ser del todo espiritual.
Por ideas "humanas" hemos bajado en nuestro ideal. Y cuando te lo digo a ti, me lo digo a mí mismo. Y ahora podemos estar ni fervientes, ni malos: tibios.

Pero es hora de levantarnos del sueño. Por algún sitio hay que "romper" cuando se trata de salir de la tibieza: una visita larga al sagrario, algún pequeño sacrificio voluntario todos los días y la decisión irrevocable de cambiar de vida.
A veces nos parece que con la primera entrega al Señor es suficiente. Y no lo es. Es preciso renovar nuestra entrega muy a menudo. Tenemos que animarnos unos a otros. Tenemos que romper esa capa externa que nos hace como distantes, siendo así que todos llevamos en el alma el mismo ideal. Hemos de romper el hielo y animarnos unos a otros.


José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com
Mi blog: http://blogs.periodistadigital.com/secularizados.php
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2
Volver arriba