Es hora de comenzar a nivel de conferencia episcopal una campaña en pro de la santidad de los sacerdotes, obispos y almas consagradas, junto a la de cristianos comprometidos. Es lo primero. Indispensable para la nueva evangelización.
Está por encima de técnicas de pastoral, por encima de medios económicos y organizativos. Y siempre en un clima de total humildad: "Dios no hace nada en quien presume ser algo y pretende deberlo todo a sus esfuerzos; mas obra con complacencia en el alma que se mantiene humildemente tranquila en su presencia... esperándolo todo de la Bondad de Dios". (Arintero).
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