Querido señor obispo de habla hispana: Tengo un recuerdo imborrable del obispo José María Conget recientemente fallecido. Es de sus tiempos en que se ordenó de diácono. Al día siguiente nos contaba a nosotros, chavales de quinto de humanidades, a quienes dirigía un poco como educador - prefecto de disciplina: "Al abrir la puerta del Sagario por primera vez, me encontré con Él cara a cara".
¡Aquellos meses del diaconado, cuando dar la comunión suponía un gozo inexplicable! Y Jesús es el mismo. ¿Ahora cómo abrimos el sagrario? El respeto es algo muy positivo, sí, pero ¿existe esa veneración interior de nuestros primeros tiempos? Renovar esa emoción junto a la Eucaristía como tuvieron muchos santos. Como San Benito Lavre cuando su cara pálida se tornaba rosada contemplando a Jesús en la custodia. Mi emoción como obispo tiene que ser la misma que ayer cuando diácono.
Ver http://personales.jet.es/mistica