Beato Rafael Guízar, obispo de Zamora, Méjico
II
* 1878 Cotija, Michoacán (Méjico) + 1938 Memoria, 6 junio
Sigue su vida sacerdotal
Para el Padre Rafael Guízar, "ganar almas para Dios", era el gran reto de su vida. Esto lo lograba mediante las misiones predicadas tanto en el territorio mexicano, como en los lugares fuera de México: Cuba, Guatemala, Colombia y el Sur de los Estados Unidos.
Su experiencia en las misiones lo llevó a fundar una Congregación Religiosa puesta bajo el cuidado de Nuestra Señora de la Esperanza.
Pero además, durante los conflictos bélicos, existentes en México por la revolución de 1910, el Padre Guízar pudo prodigar la caridad y derramar la Gracia de Dios en los enfermos y moribundos por el movimiento armado. En 1913, lo encontramos misionando entre los soldados, en México. Auxilió a los heridos del ejército de Carranza e incluso logró filtrarse como capellán en el ejército de Zapata.
Disfrazado de vendedor de baratijas, en medio de la lluvia de balas, se acercaba a los que agonizaban y les ofrecía la reconciliación con Dios, les impartía la Absolución Sacramental y muchas veces, les daba también el Sagrado Viático, que llevaba consigo de manera oculta para que no lo descubrieran como sacerdote.
Cuentan que en cierta ocasión fue delatado y los oficiales ordenaron su ejecución. Antes de morir quiso regalar al pelotón un reloj de oro, lo lanzó al aire, y mientras los soldados se peleaban por ganarlo, él se fugó.
Consagrado obispo
El 30 de noviembre de 1919, recibió en La Habana. El día 1º de Enero de 1920, partió rumbo a Veracruz . A su arribo al Puerto, Monseñor Guízar fue notificado del desastre ocurrido:
"El día 3 de enero, como a las 9:30 de la noche, un terremoto había sacudido gran parte de la Diócesis de Veracruz. La misma Sede de su Obispado, la ciudad de Xalapa, había sufrido derrumbes y había víctimas".
El nuevo prelado empezó a recaudar fondos, personalmente, entre la gente del Puerto. El 6 de enero de 1920, salió en tren rumbo a Xalapa, donde el cabildo catedralicio lo esperaba, pero la toma de posesión de su Diócesis se efectuó el día 9 de enero.
El Señor Obispo Guízar y Valencia pidió que el dinero reservado para su recibimiento se destinara a los damnificados, y abrió una cuenta bancaria para recibir los donativos. Después, se dio la incansable tarea de ayudar a quienes lo necesitaban y a visitar personalmente las regiones más afectadas, llevando la Palabra del Señor y víveres para asistir a todos los dañados por el sismo.
Monseñor Rafael Guízar y Valencia, no sólo fue un misionero infatigable, sino que también fue un buen pastor que siempre estaba dispuesto a dar la vida por sus ovejas y fue además, un Padre solícito y Bienhechor de los pobres y desamparados.
Su labor pastoral fue obstaculizada por el ambiente anticlerical del gobierno oficial; a pesar de todo, no solamente atendió espiritual y materialmente a los feligreses de su nueva Diócesis, sino que se dedicó a la evangelización y a la formación de sacerdotes y seminaristas
Sguiremos
Un saludo muy cordial.
José María Lorenzo Amelibia
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