1.- En este cuarto Domingo de Pascua, Te adoro, Jesús. Te veo presente en el sagrario de mi alma. La comunión ha de dejar huella durante todo el día. La acción de gracias, toda la mañana. La preparación de la comunión siguiente, toda la tarde.
2.- El levantarse ha de ser con deseo de comulgar. ¡Alma de Cristo, presente en mí: santifícame! Te contemplo dentro de mí, Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, lleno de ternura.
3.- Permanece hoy en mí durante todo el día. Voy a estar consciente de tu presencia amorosa. Deseo mantener durante todo el día tu presencia. Quisiera oír tu voz que me aconseja en todo momento por el camino del sacrificio, de elegir no lo fácil, sino lo difícil; no lo más agradable, sino lo más desagradable, pero por pasos, no por sistema porque me puedo aburrir.
4.- A la vez que me inspires, dame fuerza. Deseo aquel tercer grado de humildad que hace pocos días meditaba en Ejercicios. Una vez a la semana, una meditación de Ejercicios. Permaneces Vos en mí y yo en Vos. Sé que estando en gracia ocurre así, pero he de procurar que sea de una manera consciente. Ayúdame.
5.- Para acordarme hoy voy a poner a la vista una anotación. ¡Muy unidos todo el día!
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