Tiempos duros los de Juan Pablo II para quienes querían secularizarse

Fueron muy duros para quienes querían secularizarse los del pontificado de Juan Pablo II que cerró o retardó muchísimo la espita de las secularizaciones. Así escribía en mayo del 1979 un sacerdote.


Título: “Esclavitud en la Iglesia”. “He ejercido de sacerdote durante doce años en Navarra; ahora tengo 37.

Al sentirme a disgusto en los últimos tiempos dentro de dicho oficio, decidí dejarlo hace dos años. En junio del año pasado solicité oficialmente de las autoridades eclesiásticas la secularización. Hoy después de un año, y sin plazo fijo, se me niega dicha solicitud. El Papa ha paralizado todas las peticiones en este sentido. De su decisión depende mi futuro, de tal manera que, no sólo no podría contraer matrimonio por la Iglesia, sino ni siquiera por lo civil, pues la ley no lo permite a “persona consagrada” que no tenga concedida la secularización. ¿Qué hacer entonces?

He leído y oído sobre las proclamas del Papa en Polonia, exigiendo a los países el respeto a los derechos humanos. ¡Palabras maravillosas!

Me consta de otros muchos con sus expedientes también paralizados y en situaciones verdaderamente angustiosas. Y todo esto ¡en nombre de Jesús de Nazaret! Juzgue el lector y saque consecuencias”. Firma, A.G. Vitoria.

Nuestro cometario es claro. Pensamos que estas cuestiones nunca se pueden demorar sine die. En lo humano, porque dentro de los Derechos Humanos está el que no debe negarse el matrimonio ni por causas de raza, religión o sociales. En lo espritual, porque al retrasar muchísimo el conceder la dispensa, el sacerdote toma lcon grecuencia la decisión de contraer matimonio civil, por consiguiente, al no estar este matrimonio reconocido por la Iglesia, peca mortalmente el desposado, queda fuera de la Comunión incluso de la sacramental, y expone su alma a la condenación eterna. Y la iglesia ha de ser madre de salvación: no ha de ponerle a Jesús tan dficíl que cumpla su misión en este mundo: salvarnos. Todo esto es muy serio.


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