¿OTROS VENDRÁN Y METERÁN PRÁCTICAS PAGANAS?

Un amigo me decía: "Si los padres no nos esforzamos en meter en nuestros hijos la práctica religiosa, otros vendrán y les meterán la prácticas paganas". Importa mucho que los hijos aprendan en casa desde los primeros años a amar a Dios y a sus semejantes.



¡Si a una silla de tres patas le falta una, al suelo! Así pasa en la educación religiosa de los niños, se apoya en una triple base humana: la familia, la parroquia y la escuela; todas ellas son muy importantes e insustituibles. Si alguna falla, es como la silla a la que falta una pata. Pero el influjo familiar debe ser el más intenso de todos.

La función educadora de los padres es imprescindible: ellos son los primeros maestros por derecho natural y sacramental, no solo en lo relativo a la instrucción humana, sino también respecto a la oración y toda formación espiritual y cristiana. Ellos tienen el deber de educar en lo social y en la fe. Ellos han de ir introduciendo progresivamente a los niños en el misterio de Dios.

No vamos a separar de ninguna manera la formación en la fe de otros aspectos del desarrollo integral de los hijos. En la familia, más que conferencias de religión y de convivencia humana, se viven con toda su intensidad las verdades religiosas. Se instruye en la fe, generalmente de forma ocasional. En ciertas circunstancias, por deficiencia escolar o parroquial, también se deberán impartir clases de religión en el hogar. ¡Muy importante!: el complemento de la educación religiosa familiar lo conseguiremos en la catequesis parroquial y en la escuela.


Nuestra Parroquia Ofrecerá Garantías

Una señora de un lugar muy lejano a éste aseguraba en el diálogo de una conferencia:
- En la parroquia no hablan a nuestros hijos de temas de doctrina cristiana, sino que todas las lecciones se reducen a compartir, ecología, amistad, contaminación y drogas. Luego, se pretende dar una visión cristiana de todo ello. Pero nada de la Santísima Trinidad, nada de las verdades eternas ni del dogma católico en general; nada de los mandamientos; solamente alguna verdad puntual que interese a los temas transversales. ¿Qué hemos de hacer?
La respuesta parece clara: buscar otra parroquia, donde se dé auténtica formación religiosa. Y, si esto no fuera posible, cada padre tome un manual sólido de religión, y complete lo que falta a la instrucción católica del hijo.
La señora añadió:
- El problema es más de fondo. En mi parroquia, además de la pobreza doctrinal, imparten a los pequeños absoluciones colectivas, en contra de las continuas advertencias del Papa; celebran la Misa en el campo sin ningún ornamento, inventando todo un ritual que nada tiene que ver con la liturgia establecida. ¿Qué solución cabe?
A mi juicio, se impone cortar por lo sano; sacar al hijo de aquel ambiente; buscar otro más adecuado para su integración en la fe. De no ser posible, los padres han de suplir lo que falta. Pero tengan en cuenta que la vivencia religiosa sin la dimensión comunitaria, sería muy pobre. No cesen de buscar solución alternativa a estos problemas con los que hoy tropezamos.


José María Lorenzo Amelibia
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